Presidente cubano Díaz-Canel calificó de vergonzosa reunión de la OEA sobre protestas en la isla

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, rechazó los planes de llevar a cabo una reunión del Consejo de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre la situación en Cuba, calificándola de vergonzosa, y la organización en sí, «el ministerio de las colonias yanquis».

«El siguiente punto vergonzoso y ya anunciado del oscuro plan contra Cuba es la imposición de (reunión) el consejo permanente de la OEA. El desacreditado ministerio de las colonias yanquis está llamado a desempeñar su triste papel de lacayo», escribió el político en su blog de Twitter.

La reacción del político se produjo luego de que la Organización de Estados Americanos anunciara este miércoles una reunión del Consejo Permanente de la OEA para analizar la situación en Cuba luego de las protestas del 11 de julio.

Según el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla en Twitter, «en su campaña contra Cuba, Estados Unidos está tratando de imponer una reunión del Consejo Permanente de la OEA, una organización a su servicio que apoya intentos de aislamiento, intervenciones militares y golpes de Estado en la región».

Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos en 1962 debido a la presión de Estados Unidos, según las autoridades.

El día anterior, el Departamento de Estado estadounidense emitió un comunicado en el que los cancilleres de 20 países condenaron las detenciones masivas de manifestantes en Cuba, exigieron respetar los derechos humanos y restablecer el acceso a Internet. El documento fue firmado por Estados Unidos, Austria, Brasil, Colombia, Croacia, Chipre, República Checa, Ecuador, Estonia, Guatemala, Grecia, Honduras, Israel, Letonia, Lituania, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, Ucrania y Corea del Sur.

Las primeras protestas masivas en muchos años tuvieron lugar el 11 de julio en 10 municipios de Cuba. Las demandas de los manifestantes incluyen «la realización de elecciones libres» y la solución de problemas sociales. Los partidarios del gobierno realizaron sus propias marchas siguiendo el llamado del presidente a tomar las calles. Las autoridades cubanas dijeron que Estados Unidos estaba detrás de las protestas en Cuba, Washington negó estas palabras, calificándolas de «grave error».

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