Alemania y Estados Unidos finalmente llegaron a un acuerdo sobre el gasoducto “Nord Stream 2” el miércoles. Durante varios años, este tema ha sido una gran molestia en las relaciones bilaterales, y Berlín y Washington pasaron algunos meses manteniendo contactos activos. El tránsito de gas a través de Ucrania será la piedra angular del acuerdo que se concluyó. Berlín y Washington acordaron que si Rusia lo detiene, impondrá sanciones. A su vez, Moscú enfatiza que “Nord Stream 2” es absolutamente un proyecto comercial y cualquier intromisión política, incluso en la forma de este acuerdo, parece ser inapropiada.
El presidente del Comité de Energía de la Duma Estatal (cámara baja del parlamento), Pavel Zavalny, dijo a Izvestia que acuerdos como el de Estados Unidos y Alemania podrían verse como una interferencia en la actividad comercial.
«Este acuerdo, más probablemente un protocolo político de intenciones, parece bastante extraño e, incluso diría, inapropiado. Eso es porque en lugar de un diálogo hay algún chantaje político contra Rusia. Sin embargo, el acuerdo se ha alcanzado, y debería ser tomado en cuenta en nuestras relaciones con Alemania, Estados Unidos y Ucrania”.
El subdirector general del Fondo Nacional de Seguridad Energética de Rusia, Alexei Grivach, señala que el punto clave del acuerdo es permitir que Estados Unidos salve las apariencias: un país tan grande, hegemónico, prometió destruir “Nord Stream 2”, pero no lo hizo, y el gasoducto está prácticamente terminado. Sin embargo, el experto advierte que a pesar del acuerdo, los estadounidenses no cederán en su oposición.
«No se trata de una preocupación por Ucrania, sino de los intereses nacionales», dijo Grivach. «Su objetivo es frenar el desarrollo de Europa, limitar su competitividad política y económica, debilitar a Rusia y, finalmente, resolver los problemas de promoción de sus recursos energéticos en los mercados».