Con la retirada de las tropas estadounidenses programada para ser completada a fines de agosto, el papel de Miller será ocupado desde lejos, por el jefe del Comando Central y General de Infantería de Marina Frank McKenzie en Tampa, Florida. Dijo a las fuerzas afganas que podían «contar con nuestro apoyo en los peligrosos y difíciles días que se avecinan».
No está claro qué forma podría adoptar ese apoyo. Las fuerzas estadounidenses abandonaron a principios de este mes el aeródromo de Bagram, anteriormente el epicentro del esfuerzo de guerra de Washington en Afganistán, sin siquiera notificar al comandante afgano de la base. Los talibanes ya han retomado grandes extensiones de territorio, incluidos los cruces fronterizos con Irán, Tayikistán y Uzbekistán.
Desde que el presidente Joe Biden anunció la salida de Estados Unidos en abril, extendiendo una fecha de retiro en mayo establecida bajo Donald Trump, las tropas afganas que se rindieron han sido masacradas en algunos casos. Las fuerzas especiales afganas fueron invadidas y asesinadas por militantes el mes pasado en la ciudad norteña de Dawlat Abad, cuando fueron rodeadas y los refuerzos locales se negaron a acudir en su rescate. En otro caso, más de 1.000 soldados afganos huyeron a Tayikistán para escapar de un asalto talibán.
La situación de seguridad en Afganistán se ha deteriorado hasta el punto de que los diplomáticos y el personal consular rusos en la ciudad fronteriza de Hairatan se han retirado a Uzbekistán hasta que los combates en la zona cesen. El domingo, India dijo que sus diplomáticos en Kandahar también habían sido evacuados debido a los «intensos combates» en el área.
El comandante general del ejército de Afganistán, Sami Sadat, dijo el lunes en una entrevista de NPR que los afganos se sienten abandonados por Estados Unidos. Cuando se le preguntó por qué las tropas afganas se están rindiendo en algunos casos sin luchar, dijo: «Hay una sensación de abandono entre los afganos desde que Estados Unidos se fue».