Los disturbios y manifestaciones ponen a prueba al gobierno cubano

En Cuba se han producido disturbios nunca antes vistos en los últimos 26 años cuando miles de ciudadanos descontentos salieron a las calles. Algunos de ellos exigieron el fin de lo que llamaron «una dictadura», pero también hubo otros que portaban símbolos de apoyo a la revolución de 1953. En realidad, no es libertad lo que la gente carece, sino dinero, comida y electricidad. La pandemia de coronavirus exacerbó los problemas del país al casi destruir la industria del turismo, el sector clave de la economía cubana. Pero aún así, no hay señales de un cambio de régimen, escribe Nezavisimaya Gazeta.

«Hay varias razones para las protestas, incluido el embargo impuesto por Estados Unidos. El modelo mismo de socialismo ha demostrado ser ineficaz, aunque es difícil precisar los errores del gobierno porque incluso está llevando a cabo reformas de mercado para atraer inversiones», señaló el director del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad Estatal de San Petersburgo, Viktor Kheifets. Según él, el presidente cubano tiene una base de apoyo bastante fuerte. Sin embargo, el experto no descartó que las protestas hubieran surgido de manera espontánea y no hubiera habido injerencias extranjeras. Sin embargo, Estados Unidos tratará de prepararlas.

Los expertos entrevistados por Izvestia creen que las protestas fueron espontáneas pero el factor externo se convirtió en uno de los impulsores de ellas. Según el politólogo español José Antonio Egido, la élite de Washington busca prevenir una nueva ola antiimperialista en América Latina, como lo demuestran las elecciones en Perú y Bolivia, la resistencia mostrada por Nicaragua y Venezuela, y las expectativas electorales en Brasil, Venezuela y Colombia. El analista político Andrés Serbin señala que la esperanza del público cubano de que el presidente estadounidense Joe Biden promueva relaciones normales con su país se ha desvanecido. El actual ocupante de la Casa Blanca se movió para mantener la presión económica sobre Cuba y la mantuvo en la “lista de patrocinadores estatales del terrorismo”.

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