El 81,2 por ciento de los colombianos quiere que la Constitución promulgada el 4 de julio de 1991 en vez de reformarse se aplique en la práctica, reveló hoy una encuesta
El estudio de Cifras y Conceptos encargado por La Universidad del Rosario, el diario El Tiempo y la Fundación Konrad Adenauer, señala que solo el 18,8 por ciento está de acuerdo con reformarla.
Para Rodrigo Uprimny, constitucionalista, en una columna en el diario El Espectador, explicó que la Constitución sigue viva pues, a pesar de algunas contrarreformas, es un marco jurídico difícil de superar si se quiere una Colombia democrática, justa y en paz, sin embargo, dijo, requiere ser profundizada porque varias de sus promesas no se han materializado.
Recuerda que la Carta magna se entendió como un pacto de paz, pero el conflicto armado persistió y se intensificó.
‘Le apostó a la igualdad social, pero los gobiernos adoptaron políticas neoliberales y mantuvieron un sistema tributario regresivo, de suerte que nuestra insultante desigualdad socioeconómica se mantuvo’, puntualizó.
Además, promovió una participación democrática más vigorosa, pero esta, aunque mejoró, siguió siendo débil, aseveró.
En estos momentos gracias al Acuerdo de Paz y a las movilizaciones ciudadanas de los últimos años, que reclaman igualdad e inclusión social, Colombia tiene la oportunidad de que esos procesos se retroalimenten y lograr cerrar el accidentado ciclo de democratización que inició la Constitución, enfatizó.
Alertó, no obstante, que la actual coyuntura puede terminar en una regresión autoritaria, mayor polarización, intensificación de la violencia y reactivación del conflicto armado por lo que ‘la Constitución misma está en peligro’.
La actual carta magna es fruto de las luchas de un movimiento estudiantil y político surgido en la década de 1980, cuando el país se desangraba por la guerra entre carteles de la droga, las cifras de asesinatos más altas del mundo, atentados frecuentes contra la población y políticos y cuando seis guerrillas intentaba derrocar al gobierno.
El movimiento promocionó en las calles y periódicos la Séptima Papeleta para que la gente la recortara y colocaría en las urnas en las legislativas de marzo de 1990 donde se depositarían seis boletas: la de senadores, representantes a la Cámara, alcaldes, diputados, gobernadores y concejales.
La ciudadanía expresó por su cuenta un voto adicional mediante el cual exigía conformar una Asamblea Nacional Constituyente para modificar la Constitución.
Gracias a este proceso, el entonces presidente Virgilio Barco decidió convocar a un referendo para votar oficialmente por la conformación de esa Asamblea en las elecciones presidenciales del 27 de mayo del mismo año.
Ese día, cinco millones 236 mil 863 colombianos votaron a favor y 230 mil 80 en contra, ya de manera formal y vinculante.