Pedro Castillo gana el voto popular en Perú, mientras los partidarios de su rival Keiko Fujimori se declaran presidentes electos para confrontrarlo


Todas las papeletas se han contado en las elecciones presidenciales de Perú, con Pedro Castillo ganando por poco más de 44.000 votos. Su oponente, la derechista Keiko Fujimori, no cedió, con la esperanza de convertir la elección en un desafío legal.

El conteo final dado a conocer por la autoridad electoral de Perú el martes dio una estrecha victoria al maestro rural y organizador sindical. Castillo obtuvo el 50,125% de los votos, superando a Fujimori por tan solo 44.058 votos. La segunda vuelta del 6 de junio tuvo una participación de casi el 75%, con unos 18,9 millones de personas votando.

Pero incluso cuando Castillo prometió una nueva era de justicia y dignidad para el país, su reclamo a la presidencia sigue siendo cuestionado. Fujimori, quien se negó a reconocer la derrota, dijo a sus simpatizantes que no se confundan con el resultado y esperen la procesión de las impugnaciones del conde que había interpuesto.

La semana pasada, después de que un conteo de votos en curso borró su estrecha ventaja inicial sobre Castillo e indicó su eventual victoria, Fujimori alegó que hubo fraude electoral y no ofreció pruebas. Ella espera que las elecciones se vuelvan a su favor, después de que se anulen algunos de los votos emitidos por su oponente. Tanto los observadores nacionales como internacionales contradecían sus afirmaciones y certificaban que la votación era justa.

Después de que la cuenta de Twitter de Castillo cambiara su biografía a «presidente electo», muchos de los partidarios de Fujimori se apresuraron a declararse a sí mismos como presidentes electos o, en algunos casos, como monarca gobernante de un «imperio peruano». El hashtag #CastilloChallenge fue tendencia en Twitter en Perú, con algunas figuras públicas conocidas, como el exministro de Justicia Salvador Heresi.

Sin embargo, la probable presidencia de Castillo no es motivo de risa para las élites peruanas nerviosas por su plataforma socialista. Según Reuters, muchas de las personas más ricas y poderosas del país han estado retirando su dinero de los bancos y difundiendo los derechos de propiedad entre los miembros de la familia, por temor a posibles expropiaciones. Los bancos tuvieron que importar billetes de dólar físicos para satisfacer la demanda.

En su campaña electoral, Castillo galvanizó el apoyo de la parte más pobre de la población, prometiendo ayuda a través de programas sociales. Dijo que aumentaría los impuestos a la industria minera para financiar esos programas y sugirió que podría buscar una reforma constitucional para darle al gobierno más poder para regular la economía. Los críticos lo llaman marxista y advierten que su gobierno conduciría a la ruina.

Mientras tanto, Fujimori es una devota portadora de la antorcha política y neoliberal de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori. Cuenta con el apoyo de la población urbana más rica y de la comunidad empresarial. La votación, que fue la tercera candidatura de Fujimori a la presidencia, fue percibida ampliamente en Perú como una opción definitiva del futuro del país, polarizando a la sociedad.

El expresidente Fujimori cumple actualmente una pena de prisión por corrupción y violación de los derechos humanos durante su mandato. Su hija está bajo una investigación por corrupción y ha pasado unos 13 meses en la cárcel entre 2018 y 2020, antes de ser puesta en libertad condicional. La semana pasada, un fiscal exigió su regreso a la custodia previa al juicio, acusándola de manipulación de testigos.

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