El estallido social más grande en la historia reciente de Colombia cumple hoy un mes desde el inicio del paro nacional contra una reforma tributaria que afectaría a las mayorías.
Hasta el momento el gobierno y el Comité Nacional de Paro no concretan un acuerdo para poner fin a la crisis, la violencia policial suma más víctimas, las movilizaciones siguen y los jóvenes devienen protagonistas.
El histórico paro, como ya lo calificaron figuras públicas del país, responde a un pliego de demandas populares cada vez mayor, en la medida en que continúa la protesta social y los sectores reconocen sus problemas.
Pero la esencia de estas protestas, que se desarrollan en todos los rincones del país, es un profundo problema estructural basado en políticas que solo hacen profundizar la brecha entre quienes tienen la mayoría de las riquezas y quienes la producen, de acuerdo con diversos análisis.
La juventud sobresale en este escenario de movilizaciones, una juventud nacida y formada en medio de conflictos internos que involucran al gobierno, las fuerzas insurgentes, los grupos narcotraficantes y el paramilitarismo.
Despojados de muchos derechos, los jóvenes exigen programas de estudio y empleo, la matrícula cero para acceder a las universidades públicas y otras demandas que pasan por cambios en el gobierno y la implementación del Acuerdo de Paz.
Se estima que en Colombia hay casi 11 millones de jóvenes, cerca del 22 por ciento de la población y de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, entre mayo y julio de 2020, se presentó la menor tasa de ocupación (34,9 por ciento) desde el año 2001 para este sector.
Sobre esa base resulta coherente que el 84 por ciento de los colombianos esté a favor del paro nacional, sobre todo la juventud, según una encuesta de la Universidad del Rosario.
‘Ahorita en Colombia solo el hecho de ser joven y estar en la calle es arriesgar la vida. Todos podemos morir acá, pero cómo uno va a dejar a su pueblo. ¿Cómo no salir a marchar, a protestar mañana 5 de mayo?’
Así expresó Lucas Villa antes de salir a la movilización en las calles de Pereira. Poco después murió por ocho impactos de bala.
Como protagonistas del paro, también son blanco de la violencia policial y suman más de 40 los muertos, cientos los heridos, los desaparecidos, decenas los que perdieron un ojo, y jóvenes abusadas a manos de la policía, de acuerdo con datos ofrecidos por organizaciones no gubernamentales como Temblores ONG.
Hoy las calles volverán a llenarse y repicarán los sonidos de las batucadas, de trompetas o acordeones, los vítores por el paro, las consignas ‘Ni una menos, Los queremos vivos, Dónde están los desaparecidos, Desmonten el Esmad’ que harán eco en los edificios de las ciudades o correrán con el viento en los campos.
Los sonidos de estas movilizaciones probablemente serán rasgados por los disparos de armas de fuego o ‘no letales’ de la policía como la Venom, el ruido de las motos o tanquetas, las granadas aturdidoras y el grito de dolor de los que caen bajo la fuerza policial.
‘Un mes de lecciones de dignidad de los jóvenes colombianos. Un mes del despertar de un pueblo. Un mes de exigir derechos’, así describió a estas 30 jornadas el defensor de los derechos humanos y periodista Hollman Morris.
Por su parte, el representante a la Cámara del Congreso (bicameral) Sergio Marín afirmó que ‘este paro ha dicho basta a un gobierno que se ha negado a escuchar los pedidos de todos los sectores populares, por salud, educación, empleo y vida digna