La próxima reunión en Ginebra entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Joe Biden, el 16 de junio no dará lugar a avances ni concesiones por ninguna de las partes, pero podría convertirse en una señal para las autoridades de ambos países de que un diálogo serio entre ellos es posible incluso en las condiciones actuales, dijo a TASS la profesora y directora del Departamento de Ciencias Políticas de Barnard College, Universidad de Columbia, Kimberly Marten.
«Incluso en un momento de amarga desconfianza y profundo conflicto, Estados Unidos y Rusia deben trabajar juntos en áreas donde sus intereses convergen. Se destacan dos intereses compartidos: primero, la preservación de la estabilidad estratégica y la búsqueda de un nuevo control de armas en un momento en el que la tecnología de las armas está evolucionando muy rápidamente y, en segundo lugar, la necesidad de limitar el calentamiento global y mitigar los peligros del cambio climático», dijo Marten.
En este contexto, Marten no espera que la próxima cumbre «conduzca a avances o concesiones por ninguna de las partes». «En cambio, espero que sirva como una señal de ambos gobiernos de su voluntad de entablar una comunicación seria sobre cuestiones fundamentales».
El martes, tanto el Kremlin como la Casa Blanca dijeron que la cumbre Putin-Biden tendrá lugar en Ginebra el 16 de junio. Según el servicio de prensa del Kremlin, los presidentes discutirán el estado actual y las perspectivas de un mayor desarrollo de las relaciones Rusia-EE.UU., problemas de estabilidad estratégica, así como temas de actualidad de la agenda internacional, incluida la cooperación en el combate a la pandemia del coronavirus y la resolución de conflictos regionales. Será el primer encuentro personal entre los dos líderes desde que el 46º presidente de Estados Unidos ingresó a la Oficina Oval. También será la primera visita al extranjero de Putin desde enero del 2020, cuando visitó Israel y Palestina.