Uno de los más reiterados reclamos hoy en Colombia es el desmantelamiento del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) por su violencia desmedida contra la población, en particular contra las movilizaciones pacíficas.
Para el columnista Walter Rodríguez, Colombia arde, entre otras cosas, porque la protesta pacífica se convierte en violencia cuando aparecen los miembros de este cuerpo élite de la Policía Nacional ‘no solo para hacer represión sino para asesinar’.
Desde el pasado 28 de abril, cuando comenzó el paro nacional en Colombia, y que continúa hoy, más de una cuarentena de personas murieron a causa de la represión policial y del Esmad como su brazo represor.
Los manifestantes muestran a través de videos en vivo como este escuadrón dispara chorros de agua, los embiste con tanquetas, dispara perdigones, balas de goma, gases lacrimógenos y bombas aturdidoras y usa la cuestionada arma Venom.
También reportan abusos sexuales contra las mujeres, tal como ocurrió en el caso de la joven de 17 años Alisson, quien luego de ser vejada por miembros del Esmad, se suicidó.
El Comité de Solidaridad con los Presos Políticos en Colombia asegura que el Esmad es cuerpo que ha violado, sistemáticamente, los derechos humanos en Colombia, abusa de su poder, ejerce la fuerza de manera ilegal y desproporcionada y no cumple los protocolos de actuación.
Este día, Javier Camilo Buitrago, víctima del Esmad en el Portal Américas de Bogotá, aseguró que tiene pesar de ver como en su país los jóvenes salen a marchar para reclamar lo que Colombia necesita, para que el país cambie y la policía y son reprimidos.
Anoche ‘fui brutalmente atacado’, afirmó el joven, trabajador informal, al Tercer Canal al referir la brutalidad del Esmad durante la noche anterior.
Asegura que el Esmad es entrenado para tener el control de las marchas, mientras los manifestantes solo tienen su palabra, su voz para exigir sus derechos.