El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió un comunicado el 24 de abril en el que reconoció oficialmente como genocidio la matanza de 1,5 millones de armenios en el Imperio Otomano. Tales descripciones de esos eventos siempre han sido recibidas con duras críticas por parte de los respectivos gobiernos turcos, que rechazan la ocurrencia de genocidio.
Los manifestantes se han reunido frente a la base aérea de Incirlik en Turquía, donde se aloja un contingente estadounidense, para exigir a las autoridades que cierren las instalaciones militares y expulsen a las tropas en respuesta a la decisión del presidente estadounidense de reconocer el genocidio armenio el pasado fin de semana.
La protesta fue organizada por un ala local de la Unión de Jóvenes de Turquía (TGB), que califica el reconocimiento de Joe Biden del genocidio como «ilegal y legalmente nulo». Los manifestantes llevan banderas turcas y pancartas que dicen «salga de la OTAN, el enemigo de Ataturk», «Cierre Incirlik para los Estados Unidos en respuesta a las mentiras sobre el genocidio» y «No a la OTAN. ¡Esta es nuestra tierra!»
La decisión de Biden de reconocer los asesinatos de alrededor de 1,5 armenios en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial como genocidio ha sido duramente condenada por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como «infundada» y «decepcionante».
Afirmó que la medida tendrá un «impacto destructivo» en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, pero no dio más detalles sobre las repercusiones. Ankara describe la deportación y la muerte de armenios en ese período histórico como la respuesta del Imperio Otomano a una rebelión armenia e insiste en que el gobierno nunca ordenó el asesinato sistemático de la comunidad.