La República Checa exigió que Rusia redujera el número de diplomáticos en su embajada en Praga para igualar el número de personal checo en la capital rusa. La medida se produjo después de que Moscú se negara a aceptar el ultimátum de Praga de traer de vuelta a 20 diplomáticos checos, declarados personae non gratae en respuesta a la expulsión de 18 trabajadores diplomáticos rusos tras las acusaciones checas de que agencias de inteligencia rusas estaban supuestamente «involucradas» en una explosión en un depósito de municiones en el 2014, escribe Vedomosti.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores checo, había 27 diplomáticos y 67 técnicos en la Embajada de Rusia en Praga al 22 de abril, en comparación con cinco diplomáticos y 19 empleados técnicos en la Embajada de la República Checa en Moscú.
El politólogo Ivan Preobrazhensky señala que los lazos entre Rusia y la República Checa nunca han sido tan malos desde la desintegración de Checoslovaquia.
«Se trata de un reinicio completo de las relaciones diplomáticas. No está claro cuándo sucederá, el proceso podría llevar varios años», dijo el experto.
Praga no se limitará a expulsar diplomáticos y podría iniciar una «guerra económica» que causaría un daño significativo a Moscú. La República Checa solía suministrar a Rusia maquinaria y herramientas, explicó el experto.
«La República Checa fue como una puerta al mundo de la alta tecnología en medio de sanciones. La pérdida de vínculos con ella supondrá un duro golpe para las industrias rusas», enfatizó Preobrazhensky. Además, la República Checa ha excluido a la corporación nuclear rusa Rosatom de una licitación para una nueva unidad en la central nuclear de Dukovany.
Según Preobrazhensky, la pregunta principal ahora es si la Unión Europea actuará para imponer nuevas sanciones por el enfrentamiento ruso-checo. Bruselas aún no ha dado pasos en esa dirección, señaló el analista.