El ministro de Relaciones Exteriores checo, Jakub Kulganek, anunció que 32 personas permanecerán en la embajada rusa en Praga, similar a la cantidad de personal que queda en la embajada checa en Moscú.
«Siete diplomáticos y 25 miembros del personal administrativo y técnico cada uno», dijo Kulganek en un comentario a Blesk.
Al mismo tiempo, aclaró que el número de empleados en los consulados generales de ambos países se mantendrá sin cambios.
El 17 de abril, las autoridades checas acusaron a los servicios especiales rusos de estar supuestamente involucrados en una explosión en un depósito de municiones en Vrbetice en el 2014. Las acusaciones fueron seguidas de la expulsión de 18 empleados de la embajada rusa.
La respuesta de Moscú fue el anuncio de 20 empleados de la misión diplomática checa como persona non grata.
Al mismo tiempo, la República Checa se dejó sorprender por la «reacción muy fuerte» de Rusia a su paso hostil.
En Praga, dijeron que el trabajo de la embajada estaba prácticamente paralizado, y el canciller Kulganek amenazó con expulsar a todos los diplomáticos rusos.
El 21 de abril, el Ministerio de Relaciones Exteriores checo emitió un ultimátum exigiendo el regreso de sus diplomáticos expulsados a Moscú. Al no haber recibido lo exigía, Praga anunció oficialmente una reducción en el tamaño de la embajada rusa hasta finales de mayo.
Al comentar sobre las acciones de la parte checa, la representante oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zakharova, describió la situación como un «desfile marásmico» y sugirió que Praga «deje los ultimátums para la comunicación dentro de la OTAN», destacando que «ese tono es inaceptable con Rusia«.