El año 2014, los habitantes rusoparlantes de Donbás se opusieron al golpe de Estado dado en Kiev, con apoyo occidental, contra el Gobierno de Víktor Yanukóvich.
El año 2014 en pleno proceso del que occidente denominó Euromaidan, los habitantes del Donbass (aquella zona al este de Ucrania con población en un 98% rusoparlante, vinculada cultural e históricamente con Rusia se opuso al Golpe de estado dado en Kiev, con apoyo occidental, contra el gobierno de Viktor Yanukovich.
Un proceso de levantamiento y toma de conciencia política, que los condujo a declarar su independencia sobre la base de procesos democráticos, creando así las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Por su parte, las autoridades ucranianas surgidas tras el Golpe de Yanukovich – con apoyo europeo y estadounidense – comenzaron a implementar una agenda pro los cantos de sirena occidental, en lo político, militar, económico y diplomático. Recordemos en este proceso, que la funcionaria estadounidense, ex secretaria de Estado asistente para Europa, Victoria Nuland, reconoció ante medios de información de su país, que desde el año 1991 hasta el 2013 habían “invertido” más de cinco mil millones de dólares en Ucrania, para impulsar una agenda pro-europeísta y proclive a la organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Financiando organizaciones No Gubernamentales y partidos opositores a la idea de impedir una relación más estrecha entre Ucrania y Rusia (1)
El destituido presidente Yanukovich argumentó que el acuerdo con la Unión Europea, fin perseguido por los sectores ultranacionalistas (financiados por Europa y Estados Unidos) pondría en peligro sus relaciones comerciales con Rusia. El 25% de las exportaciones ucranianas tenían como destino Rusia, además de un trato preferencial en la compra del gas y el uso de gasoductos, que pasaban por territorio ucraniano. Lo ofrecido por occidente lesionaba los intereses ucranianos, pero eso, para la casta política pro occidental no importaba: eliminación de aranceles y barreras comerciales con vagas “promesas de ayudas económicas “siempre y cuando Ucrania adoptara una serie de duras reformas impuestas por la UE y ello significa, como bien lo saben los propios países europeos sometidos al control del eje Berlín-Paris como España, Grecia y Portugal, la aplicación de recetas conocidas por el costo social que conllevan: ajuste fiscal, recortes del gasto social, disminución del aparato público, desregulación financiera y bancaria a favor de las grandes empresas europeas inglesas, alemanas y francesas. Es decir, la venta del país al mejor postor.
Las nuevas autoridades surgidas del Golpe contra Yanukovich, en febrero del año 2014, intensificaron una relación de represión contra las regiones del este (Donbass) en un trato contra sus ciudadanos como seres de segunda categoría, comportándose como colonos en busca de “civilizar” a la población local. Se generó un fuerte rechazo de la población del Donbass. Kiev intensificó así un proceso de sometimiento, control y ejercicio autoritario contra los habitantes de este territorio, lo que generó el levantamiento lógico de sus habitantes, que en abril del año 2014 inicia su guerra de autodefensa, frente a los ataques de las fuerzas armadas de Ucrania contra las ciudades del Donbass. Bombardeos aéreos y uso de artillería de gran calibre, utilización de grupos paramilitares como fue el caso del Batallón Azov y otros grupos radicales, neofascistas, acusados de torturas y crímenes de guerra, que han asesinado a civiles hombres, mujeres y niños.
En ese contexto, la influencia la OTAN se deja sentir cada día con más fuerzas permitiendo, que en la actualidad, el ejército de Ucrania sea el tercero más grande, por número de efectivos de Europa (1.200.000 efectivos entre activos y reserva). Un ejército dotado de 2.200 tanques de combate, 25 naves de guerra ubicadas en el mar negro y 240 aviones, incluyendo 39 cazas. Con un PIB destinado a la guerra que supera el 7%. Todo ello en un país que es el segundo más pobre tras Moldavia, que ocupa el lugar N.º 88 del mundo en materia de indicadores de desarrollo humano y con problemas estructurales, que no ha podido solucionar: déficit en infraestructura y transporte, una corrupción endémica (2) y una burocracia que ha generado una casta política ultranacionalista, pro-europeista y profundamente antirrusa.
Las principales movilizaciones proeuropeistas del año 2013-2014 se dieron, principalmente, en la capital de Ucrania, Kiev, que encabeza la aspiración de asociarse a Europa en lugar de fortalecer su área regional más cercana y donde Rusia tiene un papel gravitante, sobre todo en las áreas del sur y el este ucraniano, Járkov, Donetsk, Lugansk y Dniepropetrovsks, donde la población rusoparlante tiene mayoritaria presencia y salió a las calles ese año 2014 a exigir, precisamente que Moscú tuviera un papel más activo en su defensa, frente a los afanes filoeuropeístas de Ucrania capital y sus alrededores. Rusia ha apoyado al pueblo del Donbass en forma de ayuda humanitaria, en la esfera política, diplomática, informativa y contrarrestar la propaganda occidental, que con toda su artillería de medios en el mundo, trata de presentar a Moscú como un agresor y participante directo en la guerra. El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov sostuvo, el pasado 13 de abril, que “Rusia considera especialmente importante defender los intereses de la población rusoparlante de Donbass, a la que ha dado la espalda su propio país»
Rusia ha reaccionado al ruego de Ucrania de unirse a la OTAN, con una dura crítica a cargo de la portavoz de la cancillería rusa María Zajárova “En esto consiste el régimen de Kiev: nada de intereses nacionales, ninguna política estatal, ninguna preocupación por sus propios ciudadanos, sólo un holograma antiucraniano de importación por todas partes” (3) Un reproche en el marco, además, de las acusaciones venidas desde las oficinas políticas, relaciones públicas, servicios de inteligencia de Washington, la OTAN y gobiernos europeos, confrontados contra Rusia, a quien acusan de querer invadir Ucrania y enviar tropas en apoyo de los combatientes del Donbass. Una probada y clásica política desinformativa y manipuladora, cuando es de público conocimiento que el ejército del Donbass es una milicia de personal militar no profesional, habitantes de la zona, ex mineros de los centenares de minas de carbón existente en la región, simples trabajadores, campesinos, que defienden sus hogares y familias de la agresión de Kiev.
Recordemos que las milicias de las repúblicas populares de Luganks y Donekst pudieron apoderarse de armas y equipos militares de las poco disciplinadas tropas agresoras ucranianas, infringiéndoles una serie de derrotas aplastantes, que obligaron al gobierno de Kiev, al mismo tiempo de intensificar su represión tener que entrar en una obligada política de negociones, a través de los llamados Acuerdos de Minsk (4) Negociaciones apoyadas por Alemania, Francia y Rusia. Tras esos acuerdos el conflicto se congeló además de ser consagrados en la resolución N.º 2202 (5) del 17 de febrero del año 2015 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y que son vinculantes para Ucrania.
Sin embargo, Kiev ha eludido permanentemente el cumplimiento de lo convenido, contando, para esos actos de impunidad con el apoyo de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña (miembros del consejo de seguridad permanente de la ONU y con derecho a veto). En ese escenario, es evidente que Moscú no es un “participante” sino que un garante de la implementación de los Acuerdos de Minsk. No tiene obligaciones que cumplir, debe trabajar por hacerlas cumplir. La mirada fina sobre la actuación rusa muestra que el país euroasiático aboga, constantemente, por una solución pacífica del conflicto en el Donbass. Y esto por razones múltiples, entre ellas que se trata de una zona fronteriza, que afecta su seguridad y donde se ve, con claridad los intereses expansionistas de la OTAN, para tratar de confinar a la Federación Rusa. No es casual el envío de miles de efectivos de la OTAN a las fronteras occidentales de Rusia, desde el Báltico por el Noreste europeo hasta la peregrina idea de incorporar a Ucrania a la alianza atlantista.
El gobierno ucraniano, presidido por Volodimir Zelenski y con anterioridad el de Petro Poroshenko, definen a las fuerzas populares del Donbass como “terroristas” a las cuales no se les puede dar cabida ni aceptar sus pretensiones. La política de represión a los anhelos de los pueblos del Donbass se expresa en las primeras palabras pronunciadas por Poroshenko cuando fue elegido presidente “mi primer viaje será al Donbass donde las operaciones antiterroristas no pueden y no deben durar dos o tres meses y no tendrá una duración de más de una hora” Anhelo incumplido y que muestra el absoluto desprecio y desconocimiento de los objetivos perseguidos por los habitantes de Donetsk, Luganks, Járkov y toda la zona que su autodeterminación de esta Ucrania ultraderechista.
Un ex presidente, Poroshenko y el actual Zelenski, que no sólo desprecian a los habitantes del Donbass sino que jamás admitirán, que han sido derrotados por mineros, trabajadores, gente de la sociedad del Donbass, milicias populares, pueblo en definitiva. Por ello, tratan de demostrar en este fracaso que en realidad están luchando contra el ejército ruso. No sólo Kiev miente en este aspecto, sino que ha hecho cómplice de esta fantasía a las cancillerías europeas y a Washington, que ven en ello la mejor excusa de seguir con políticas de máxima presión contra Rusia en sus disputas geopolíticas. Un gobierno de Kiev que consigna esta mentira como una “verdad irrefutable” pero que sigue su interacción comercial con Rusia, sigue con los acuerdos relativos al gas recibido desde territorio ruso, no ha declarado la guerra ni la ley marcial, que es lo que se suele hacer cuando acusas a otro país de violentar tus derechos.
A pesar de ser un ejército numeroso, el potencial militar ucraniano es inferior al ruso, que si las Fuerzas Armadas de la Federación rusa participaran del conflicto en el Donbass, la derrota de las fuerzas ucranianas, que agreden a la población del este habría terminado en un desastre y Kiev estaría ocupada hace mucho tiempo. Lo evidente de todo lo que está pasando, que implica el incremento de la presencia de tropas de la OTAN en territorio ucraniano, la búsqueda desesperada de apoyo de Kiev en París, Berlín y Washington es muestra que Ucrania busca desesperadamente, no solucionar los problemas medulares de Ucrania, derivando a lo externo sus serios problemas internos. Una Ucrania, más cerca de los niveles de vida de Moldavia, que de alguno de los miembros actuales de la Unión Europea, que expresa su profunda crisis política, económica, fragmentación social, crisis constitucional (vinculados de decisiones de lucha contra la corrupción, que constituye un flagelo endémico en este país).
Ucrania a través de esta estrategia de no solucionar sus problemas internos y acusar de sus problemas al vecino o a habitantes del este, desvía la atención de esos inconvenientes, generando una estrategia de manipulación y desinformación, para así retener un poder político debilitado. Y, bajo esa cubierta imponer una nueva exacerbación de la situación en el Donbass. Vieja práctica política que tiene un enorme problema: el rival que tiene en frente, Rusia, no es novato en materias diplomáticas, políticas y además posee fuerza militar y determinación, que no será frenada por ninguna amenaza venga de Kiev, Bruselas o Washington. Moscú ha advertido que no se quedará de brazos cruzados en el caso de un despliegue de las tropas de la OTAN en Ucrania, lo cual llevaría a un nuevo aumento de las tensiones cerca de las fronteras. “Esto requerirá medidas adicionales por parte de Rusia para garantizar su seguridad”, declaró ante la prensa Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso (4) y prueba de ello es la movilización de decenas de miles de soldados rusos a lo largo de su frontera, al interior de Rusia. Es más, el ministro de defensa ruso Serguéi Shoigu señaló “hemos traslado tropas para ejercicios en las fronteras del oeste del país en respuesta a actividades militar de la OTAN, que amenazan a Rusia y para eso tomamos medidas apropiadas”. Más claro, echarle agua.
Por su parte resulta indudable, que Ucrania no actuaría en solitario, sus declaraciones altisonantes, claramente belicistas obedecen al respaldo que recibe tanto de Estados Unidos como de países europeos y la OTAN. Un apoyo público político y militar como lo constatamos con la movilización militar de fuerzas de la OTAN hacia las fronteras rusas desde el Báltico hasta Ucrania. Una clara provocación que obliga a Moscú a movilizar sus fuerzas en la mencionada defensa de su frontera occidental. Washington y Londres, primos, socios, aliados en cuanta guerra de agresión se ha dado en los últimos años (Libia, Siria, Serbia, Irak, Afganistán) están exacerbando la situación en el Donbass y buscan arrastrar a Rusia a las hostilidades y seguir sumando pretextos, para sumar nuevas sanciones, embargos y provocaciones permanentes.
En estos días, el gobierno de Kiev trasladó tropas, artillería de gran calibre, vehículos blindados a la línea de contacto entre el gobierno ucraniano y las Repúblicas Populares del Donbass, lo que claramente viola los Acuerdos de Minsk relativo a la presencia de tropas y armas en la zona en conflicto. Unido a estas acciones provocadoras, el gobierno de Zelensky ruega por los pasillos de las cancillerías europeas, que se autorice la adhesión de Ucrania a la OTAN que según la idea de Kiev “evitará un nuevo conflicto a gran escala en Europa y que serviría como ducha fría a Moscú” ¿En qué político cabe la visión que adherir a una organización político-militar como la OTAN, que presiona constantemente a Moscú y constreñirlo, para que no tenga relaciones multilaterales normales con su entorno, que no pueda ejercer su influencia positiva en la región, para ayudar a la paz o a evitar una guerra, quien sino acaso un político supeditado a occidente?
No contento con estas súplicas, Zelensky espera que Alemania, por ejemplo “emita una advertencia pública al presidente de Rusia advirtiéndole las consecuencias dolorosas de una escalada militar en la zona del Donbass? A confesión de parte relevo de pruebas, suelen argumentar los especialistas en leyes cuando alguien declara, sin que tenga presión alguna, aquello más íntimo y que da cuenta de sus deseos y objetivos. Kiev lucha por incorporarse a un ente belicista, someterse a los dictados de Bruselas (Sede de la OTAN) seguir las directrices que le entreguen potencias occidentales. Por su parte, el pueblo del Donbass lucha por su libertad e independencia de la línea de sujeción a poderes ideales y valores extranjeros que quiere imponer Kiev. Cuestión que muestra irrebatiblemente que las hostilidades actualizan los objetivos paneuropeos, filootanistas y contrarios a Rusia, por parte de Ucrania, deseosa de incrementar la asistencia militar, financiera y técnica adicional del exterior, cuyos fondos está siendo robados precisamente por la elite gobernante político-militar de Ucrania.