Zapadores de Rusia en Siria destruyeron una cueva donde los terroristas equiparon un gran hospital


Zapadores de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia destruyeron una cueva vacía en la provincia siria de Idlib, donde los terroristas crearon un hospital de campaña adaptado para llevar a cabo incluso operaciones complejas.

Este gran puesto de primeros auxilios fue uno de los mejor equipados entre los encontrados por el personal militar ruso en el país, dijo a los periodistas el coronel Roman Bessmertny, jefe de las tropas de ingeniería del grupo de las Fuerzas Armadas de Rusia en Siria.

“En esta cueva había un hospital moderno, hecho mediante mecanización y totalmente equipado tanto para recibir pacientes externos como para realizar operaciones pesadas. El equipamiento del hospital permitía albergar hasta 100 personas”, dijo Bessmertny.

Según él, la cueva estuvo equipada durante dos años por un grupo relativamente pequeño pero extremadamente violento, Jaysh al-Isa, conocido por su radicalismo religioso y su negativa a negociar tanto con las autoridades sirias como con otros grupos armados ilegales. Desde 2015, el hospital ha recibido a los enfermos y heridos, y los militantes lo abandonaron durante el retiro en 2019, sacando la mayor parte de los equipos, herramientas y medicinas. Parte de la propiedad fue incendiada por los militantes y parte fue abandonada. Ahora la cueva se ubica en lo profundo de la retaguardia del ejército sirio, a varias decenas de kilómetros de la zona de contacto con el territorio controlado por grupos armados ilegales, y se decidió destruirla por innecesaria.

Equipamiento hospitalario

Los terroristas crearon una cueva artificial en la ladera de una colina alta, con varias entradas que dan a un valle de montaña. No hay grandes asentamientos cercanos, la cueva es casi invisible desde el aire y una línea eléctrica de alto voltaje corre justo al lado. Esto permitió a los militantes no solo mantener en secreto la ubicación del hospital durante mucho tiempo, sino también conectarlo a una fuente de alimentación centralizada, abandonando los generadores diesel, que generalmente se usan en tales fortificaciones subterráneas.

Al colocar la cueva, cuyo área total alcanza varios miles de metros cuadrados, los militantes utilizaron equipos pesados ​​de minería. La entrada principal al hospital está reforzada con estructuras de hormigón armado y sostenida por columnas, los pasillos y habitaciones interiores están revestidos de hormigón y decorados con mármol y tejas. El hospital estaba equipado con todas las comunicaciones necesarias, suministro de agua corriente, alcantarillado, sistemas de ventilación, incluso había acceso a Internet. En el interior hay puertas, fontanería, muebles.

Entre las propiedades dejadas por los terrorista se encontró equipo médico, incluyendo partes de aparatos de ventilación artificial, muchas batas médicas, guantes y mascarillas, goteros y equipo para transfusión de sangre, así como medicinas y vendajes. Hay varias otras pequeñas cuevas cercanas, en las que se apostaron guardias y se mantuvo ganado para alimentar a los médicos y a los heridos.

Como explican los zapadores, a pesar del colosal costo de tal objeto, los militantes consideran que los costos son aceptables.

En el territorio bajo su control en Idlib, había hospitales equipados, pero atrajeron demasiada atención. El reconocimiento aéreo registraría rápidamente la actividad a su alrededor y, para proteger a sus médicos y poder tratar incluso a los heridos graves, el hospital se equipó bajo tierra.

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