Ankara todavía espera volver a unirse al programa de caza de ataque conjunto F-35 de EE.UU., y para lograr este objetivo, Turquía ha contratado a un grupo de presión estadounidense. Sin embargo, el éxito de este esfuerzo es ahora cuestionable. Incluso bajo el presidente Joe Biden, la Casa Blanca no planea traer de vuelta a Ankara al proyecto, dejándola «castigada» por comprar los sistemas de misiles S-400 de Rusia. El regreso de Turquía al programa podría ser un buen motivo para normalizar los lazos entre los dos socios de la OTAN, escribe Izvestia.
Según Amur Hajiyev, investigador del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia y director del Centro de Estudios Turcos Modernos, es incorrecto decir que el problema del F-35 es solo político, el proyecto también tiene un impacto económico al lado de él. La administración de Erdogan ha invertido una cantidad significativa de dinero en él, y algunas piezas se produjeron en Turquía. Entonces, la decisión de Washington de sacar a Turquía del programa tendrá ciertas consecuencias económicas, explicó. Ankara insinúa que podría encontrar una manera de llegar a un acuerdo con EE.UU. En febrero, el jefe de defensa turco, Hulusi Akar, anunció que se podría llegar a un compromiso sobre los S-400 si Washington revisaba su postura sobre las unidades armadas kurdas. Estados Unidos está cooperando con los kurdos en Siria, pero Turquía los califica de terroristas. La propuesta de Akar permitiría al gobierno de Erdogan actuar de acuerdo con el llamado «escenario de Creta», dijo el experto. Esto se refiere a la situación después de que Chipre comprara los misiles S-300 en 1997. La compra provocó protestas en Turquía y Chipre acordó enviar el sistema a la isla griega de Creta. Más tarde, Grecia compró formalmente estos sistemas a Chipre.
«Turquía está lista para retirar estos sistemas, posiblemente a su base en Qatar o Sudán», dijo el especialista. «Ankara está tratando de dar el primer paso para resolver este problema, pero hasta ahora este paso no ha recibido ninguna respuesta de Estados Unidos». El experto sugiere que Turquía debería celebrar consultas con Rusia y «tal vez se pueda encontrar alguna solución común». «Pero me parece que ni los turcos ni los estadounidenses están preparados para esto».