Rusia en la época después de Trump


Rusia comenzó esta semana con el fin de la época de Donald Trump, para dar primeros pasos con el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, en medio de la pandemia y acciones de la oposición interna.

Trump dejó tras de sí un estela de al menos 45 paquetes de sanciones, el último de los cuales lo anunció horas antes de abandonar la Casa Blanca, contra el buque ruso Fortuna, encargado de depositar las tuberías en el fondo del mar del gasoducto Torrente Norte-2.

Además, el político republicano dejó fuera a Estados Unidos de plataformas cruciales de la estabilidad estratégica en el orbe como el Tratado de Armas Nucleares de mediano y corto alcance, así como el de Cielos Abiertos, el cual permitía vuelos de comprobación.

En su momento, Trump tampoco dio respuesta a Rusia sobre sus propuestas de extender el Tratado de Reducción y Limitación de Armas Estratégicas Ofensivas (Start-3) por un año, para discutir a profundidad otras opciones en ese campo.

La llegada de Biden a la presidencia, pareció dar los primeros pasos en temas como el Start-3, un acuerdo firmado en abril 2010 por los entonces presidentes de Rusia, Barack Obama, y de Rusia, Dmitri Medvedev, cuando el actual jefe de la Casa Blanca fungía como vicemandatario.

Como afirmó el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, será necesario conocer los detalles de la propuesta de la nueva administración norteamericana para prorrogar el referido tratado por otros cinco años.

Sin embargo, ese gesto diferente de Biden de ninguna forma quiere decir que pueda existir algún tipo de mejora en las relaciones con Rusia. Al menos en su agenda electoral situó a este país como uno de los principales enemigos de Estados Unidos.

Todo ello ocurre en medio de una campaña sin cuartel por el mercado de vacunas en el orbe, en la que Estados Unidos intenta, ya sea con mayor financiamiento, presiones y el descrédito de otros competidores, de imponer la venta de sus propios productos contra la pandemia de Covid-19.

Rusia debió emplearse a fondo esta semana para, una vez más, contrarrestar las dudas surgidas sobre las posibilidades de registro y contratación de la vacuna Sputnik V en naciones como Hungría o Brasil. El primer país ya anunció la firma de un contrato de venta con Rusia.

La vacunación masiva en este estado, y en particular en esta capital, así como la disminución del número diario de contagiados permitió la flexibilización de algunas medidas epidemiológicas aplicadas para contener el avance de la pandemia.

Sin embargo, apenas se conoció la reducción de las limitaciones, la oposición fuera del legislativo, en concreto, los seguidores de bloguero Alexei Navalni, decidieron ensayar de nuevo un escenario de desestabilización a partir del arresto de ese opositor.

Navalni, de quien se sospecha de mantener relaciones con órganos de inteligencia en el extranjero, además de estar implicado en dos procesos judiciales, en agosto pasado debió ser internado de urgencia en un hospital de Omsk, después de hacer un viaje interno en avión.

Las autoridades alemanas insistieron entonces en evacuar de urgencia al bloguero a Berlín, pese a estar bajo libertad condicional, para lo cual debieron solicitar un permiso de la dirección de este país.

Después vino la acusación, sin pruebas, de que Rusia era responsable de un intento de ataque químico contra Navalni, quien salió totalmente recuperado de una clínica en la capital germana, algo que hubiera sido imposible en caso de un atentado químico real, estiman expertos.

La oposición convocó a una manifestación por el arresto de Navalni a su regreso a Rusia, luego que la fiscalía denunció su violación del régimen de libertad condicional, para lo cual se tomó en cuenta solo el tiempo que estuvo en Alemania, después de salir de la citada clínica.

Como en ocasiones anteriores, los seguidores del opositor convocaron a adolescentes, esta vez por la red de Tic Toc, para sumarse a la protesta, lo que ya provocó un rechazo en la sociedad y de los propios padres, una señal del eventual fracaso de esa maniobra contra el Gobierno.

Rusia parece estar consciente de que, en medio del cambio en la Casa Blanca, la cual en su momento anunció una guerra abierta contra esta nación, por encima de las dificultades impuestas por la pandemia, Occidente incrementará sus intentos de desestabilizar este país.

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