Más de 80 muertos en conflictos tribales en Sudan

Los enfrentamientos, que tienen un tinte político, se registraron en Darfur durante el fin de semana.

Violentos enfrentamientos entre tribus rivales en Darfur (oeste de Sudán) provocaron la muerte de más de 80 personas en menos de 48 horas, según el último balance de este domingo (17.01.2021), sólo dos semanas después de finalizar una misión de paz internacional.

Esos choques fueron los más mortíferos tras finalizar, el 31 de diciembre, la misión de paz conjunta entre la ONU y la Unión Africana (UA) en Darfur, una retirada que provocó temores de escalada de violencia entre los habitantes de esta amplia región.

«El número de muertos a causa de los sangrientos acontecimientos que han tenido lugar en El Geneina, capital de Darfur occidental, ha aumentado desde el sábado de mañana (…) llegando a 83 muertos y 160 heridos, entre ellos miembros de las fuerzas armadas», tuiteó este domingo el Comité central de médicos de Sudán, próximo al movimiento de protesta que el año pasado hizo caer al presidente autócrata Omar al Bashir.

La agencia oficial sudanesa Suna, citando a la sección local del sindicato de médicos, había dado antes un balance de 48 muertos y 97 heridos. Añadía que los enfrentamientos continuaban.

Éstos oponen a la tribu Al Massalit con los nómadas árabes. Milicias armadas favorables a los segundos atacaron El Geneina y varias casas fueron incendiadas, según testimonios.

Este domingo, Abdel Fattah al Burhane, presidente del Consejo soberano encargado de coordinar la transición política en Sudán, reunió de manera urgente a los servicios de seguridad para tratar el asunto.

Por su parte, la ONU expresó su «profunda preocupación» por estos sucesos violentos.

«El secretario general (de la ONU, Antonio Guterres) pide a las autoridades sudanesas que hagan todo lo posible para conseguir una desescalada, poner fin a los combates, restablecer el orden y la ley y garantizar la protección de los civiles», señaló en un comunicado su portavoz, Stephane Dujarric.

Jartum impuso un toque de queda en Darfur occidental, y el primer ministro, Abdalá Hamdok, envió una delegación de «alto nivel» al lugar para intentar restablecer el orden.

La rama local del sindicato de médicos solicitó a las autoridades que «garanticen la seguridad de las instalaciones sanitarias», advirtiendo que muy probablemente aumente el número de víctimas, señaló Suna.

Por su lado, la Asociación de profesionales sudaneses, una de las puntas de lanza del movimiento de protesta, señaló que la violencia se había extendido hacia los campos de desplazados internos.

«Parte del campo de Kerindig fue incendiada y los daños muy graves (…) obligaron a mucha gente a irse», señaló en un comunicado. «Estos hechos demuestran que la circulación de armas (…) es una de las principales causas del deterioro de la situación».

Enfrentamientos bastante frecuentes

Darfur experimenta un recrudecimiento de los enfrentamientos tribales, que provocaron 15 muertos y decenas de heridos a fines de diciembre, pocos días antes de finalizar la misión de paz conjunta ONU-UA, una operación que se prolongó 13 años.

La retirada progresiva de tropas de esta misión, que se prevé empezará en enero de 2021, se llevará a cabo a lo largo de seis meses. Y el gobierno sudanés asumirá la responsabilidad de proteger a las poblaciones de la región.

El conflicto en Darfur comenzó en 2003 con el enfrentamiento entre tropas leales al régimen del general Omar al Bashir, en Jartum, y minorías étnicas que se autoconsideran marginadas y exigen una distribución más igualitaria del poder y de la riqueza del país.

La violencia causó unos 300.000 muertos y más de 2,5 millones de desplazados, sobre todo durante los primeros años, de acuerdo con la ONU.

Para luchar contra los rebeldes, el régimen de Bashir desplegó a los Janjaweed, una milicia armada integrada sobre todo por nómadas árabes, acusados de perpetrar una «limpieza étnica» y violaciones. Luego, miles de estos milicianos se incorporaron a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar.

A pesar de que la violencia ha disminuido en intensidad, los enfrentamientos son bastante frecuentes, tanto por el acceso a la tierra como al agua, entre pastores árabes nómadas y campesinos de Darfur.

El gobierno sudanés de transición, instaurado tras la caída del autócrata Al Bashir, en abril de 2019 bajo fuerte presión de una protesta popular, firmó en octubre pasado un acuerdo de paz con varios grupos insurgentes, inclusive en Darfur.

Tras la UNAMID, que contaba con unos 16.000 efectivos, la ONU permanecerá en Sudán a través de una misión propia desplegada para apoyar la transición en Sudán (Minuats).

Esta misión política tendrá como tarea ayudar al gobierno de transición, puesto en marcha en agosto de 2019 y fruto de un acuerdo entre militares y líderes del movimiento de protesta.

También contribuiría a aplicar los recientes acuerdos de paz en áreas devastadas por los conflictos. Omar al Bashir se encuentra en prisión, en tanto otros exfuncionarios sudaneses son objeto de órdenes de captura de la Corte Penal Internacional (CPI) por cargos como «crímenes contra la humanidad» y «genocidio» en Darfur.

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