Durante los días polares no se pone el sol y los locales cubren las ventanas con papel. Cuando la temperatura sube hasta los +12°C se cubren de crema solar. Otra curiosidad es que esconden los gatos de las autoridades. Es un modo de vida, pero no como la conocemos.
“Muchos dicen que a la gente de aquí siempre les atacan los osos polares y que no puede salir de casa. No son más que tonterías”, dice Timoféi Rogozhin, jefe del centro de turismo del Ártico Grumant.
Habla de la vida en Barentsburg y Pyramiden, dos asentamientos rusos en el archipiélago noruego de Svalbard, en el océano Ártico. En los años 30, la compañía minera rusa Arktikugol compró tierras en esta zona. Actualmente, además de la minería de carbón, los residentes locales se dedican a la investigación y al turismo. La gente viene aquí para ver la aurora boreal y conocer la verdadera naturaleza del Ártico.
En la década de 1980, había 2.400 ciudadanos soviéticos viviendo en el archipiélago, pero muchos regresaron al continente durante la inestabilidad de los años 90 y Pyramiden se convirtió en una ciudad fantasma.
Hoy en día, Barentsburg es el hogar de 400-450 personas, y Pyramiden cuenta con no más de 50, en su mayoría individuos que trabajan para restaurar el asentamiento. La mayoría de los rusos que vuelan a Svalbard son trabajadores. Un contrato estándar no dura más de tres o cuatro años, pero algunos tratan de extenderlo y han estado viviendo en Barentsburg por décadas, explica Rogozhin.
En Barentsburg y Pyramiden prácticamente no hay carreteras, por lo que en invierno los locales viajan en motos de nieve y en verano en barco o en pequeños botes y motocicletas como esta:
“A diferencia de Múrmansk y Norilsk, nuestra noche polar dura 24 horas durante 120 días; las únicas fuentes de luz son las linternas y la luna. De todas formas, de alguna manera nos mantenemos entretenidos; no bebemos, vamos al museo local”, dice Rogozhin.
En los días polares (que también son 120), hay luz las 24 horas del día, así que hay locales que cubren sus ventanas con papel de aluminio y mantas.
“A +10°C vamos en camiseta [la temperatura media en verano es de 5-7°C], y a +12°C empezamos a untarnos con protector solar, ya que el sol aquí es muy intenso, incluso a esa temperatura es fácil quemarse”, explica Rogozhin.
En Barentsburg y Pyramiden, hay un jardín de infancia, una escuela, una clínica y una pequeña capilla.
Pyramiden también cuenta con un pequeño bar, donde tanto a los locales como a los turistas les gusta pasar el rato.
En este llamado “asentamiento fantasma”, también hay un café dentro de la antigua biblioteca.
“Se encuentra en el complejo cultural y deportivo local. Antes había una verdadera biblioteca, pero ahora hay tan pocos residentes que ya no es necesaria. Este café fue el primer lugar con calefacción en todo el edificio”, dice Alexéi Kargashin, que trabaja en el centro de turismo del Ártico.
Además, se restauró el cine de Pyramiden, con un catálogo de unas 1.500 películas de la era soviética.
Está prohibido criar mascotas en el archipiélago por razones medioambientales, pero hay algunos gatos. Uno de los más famosos es Kesha.
“Kesha no es la única, hay muchos más gatos en el pueblo, pero los dueños tratan de no dejarlos salir de sus apartamentos para que no los atrapen las autoridades noruegas. Tienen miedo de que los gatos puedan ser sacrificados”, explica Lilia, residente local.
Los nuevos edificios de los asentamientos rusos contrastan con los del siglo pasado.
“El asentamiento se construyó desde 1946 hasta principios de los 90. La construcción se paralizó en 1998, pero hoy en día el lugar se está restaurando gradualmente, y hay planes que se extienden una década más adelante”, dice Kargashin.
Hay muchos edificios que están programados para ser restaurados. Y aunque otros ya no podrán repararse, no serán demolidos, sino que permanecerán en el archipiélago como un monumento histórico.
Svalbard, incluyendo los asentamientos rusos, es uno de los escasísimos lugares del mundo sin un solo caso registrado de Covid-19, afirma Kargashin.
Sin embargo, desde primavera todos los bares y restaurantes han observado las mismas reglas de seguridad que en cualquier otro lugar; los locales se desinfectan cada dos horas, los clientes y empleados usan mascarillas y hay desinfectante para las manos en todas las mesas. En la actualidad, las únicas personas a las que se les permite entrar en el archipiélago son los noruegos y los que han estado en cuarentena durante diez días en la Noruega continental.