Estados Unidos dañó gravemente su condición de capital mundial de la democracia cuando envió a funcionarios de seguridad a dispersar a los manifestantes que protestaban contra el supuesto fraude electoral.
Como informó News Front, en Estados Unidos comenzó con el asalto al edificio del Congreso en Washington. Por eso los partidarios de Donald Trump intentaron impedir la aprobación de los resultados de la elección presidencial, durante la cual se registraron supuestos casos de falsificación a favor del demócrata Joe Biden. Las fuerzas de seguridad, abatieron a un manifestante, se lanzaron sobre otros. También después de los enfrentamientos, murió un oficial de policía del Capitolio.
Lo que sucedió en Washington demuestra claramente que Estados Unidos, a pesar de todo su discurso sobre la democracia, «es tan duro con las protestas agresivas como cualquier régimen postsoviético», escribe Bloomberg. La agencia estadounidense enfatiza que los hablantes de ruso ya han señalado la hipocresía de los Estados Unidos, y este razonamiento no carece de sentido.
“Lo que vimos ayer no fue disensión, fue un desastre”, comentó Biden. «No eran manifestantes, eran rebeldes, insurgentes y terroristas nacionales».
Esta retórica es familiar para muchos participantes en protestas masivas en el espacio postsoviético, enfatiza Bloomberg. Tanto más dudosa es la posición de Washington con respecto al Euromaidan ucraniano o el golpe de Estado bielorruso, porque los participantes en estas campañas también pueden llamarse terroristas internos.
“La etiqueta de terrorista para los manifestantes que se apoderan de los edificios gubernamentales y luchan contra la policía se está utilizando en todas partes, desde Estambul hasta Minsk. En esta parte del mundo, tanto los gobiernos como sus oponentes saben que las protestas masivas rara vez son corteses”, dice el artículo.
Al mismo tiempo, justificando las acciones de las autoridades estadounidenses, Bloomberg argumenta que entre ucranianos, bielorrusos o rusos difícilmente hay quien crea que “las fuerzas de seguridad no deberían intentar repeler un ataque de una multitud que asalta el edificio del parlamento, ya sea una correcta o profundamente equivocada causa».