El capitalismo es insostenible para el mundo : los hechos lo demuestran

La cultura capitalista neoliberal del descarte puso sobre el tapete la incapacidad del capitalismo para enfrentar los grandes desafíos a los que se ve expuesta la humanidad.

 

 

El viejo año se retira con el «laurel» de ser uno de los peores en la historia de la humanidad. Una devastadora pandemia causó la muerte de más de un millón de seres humanos y provocó una grave crisis sanitaria y económica en el mundo. La cultura capitalista neoliberal del descarte puso sobre el tapete la incapacidad de ese sistema para enfrentar los grandes desafíos a los que se ve expuesta la humanidad.

A nivel global fue un año caracterizado por el incremento de la política agresiva de  EE. UU., su postura en contra del multilateralismo y su retirada de importantes acuerdos internacionales.

Estados Unidos se retiró de instituciones mundiales como la Unesco, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Consejo de Derechos Humanos, del Acuerdo de París, del acuerdo nuclear con Irán y de varios tratados de control de armas con Rusia, entre otros.

Por otro lado, se espera la mayor contracción del PIB mundial, desde finalizada la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia de una caída generalizada de la actividad económica, por el impacto tremendo de la pandemia.

Resultó el peor año de los últimos 120 para la economía de América Latina y el Caribe. El más reciente cálculo, hecho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), indica que la contracción será de un 7,7 %.

En la Comunidad Caribeña, la unidad y cooperación de los países del área permitió registrar cifras de víctimas relativamente bajas por la COVID-19, al tiempo que contuvo, en gran medida, la propagación del virus. Esa unidad se hace más necesaria que nunca ante la afectación sufrida por las economías de los Estados de la región que más dependen del turismo, que se estima que han perdido el 70 % de los visitantes.

Recientemente, durante la VII Cumbre Virtual Caricom-Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, hizo un llamado a defender la solidaridad y la cooperación como fuerzas indispensables para enfrentar juntos los grandes desafíos y las amenazas que nos acechan.

La administración estadounidense de Donald Trump dio continuidad en 2020 a su estrategia para un «cambio de régimen» contra países que considera enemigos.

La guerra sicológica, cultural y mediática contó con un bien articulado entramado de medios tradicionales, Netcenter, sitios digitales y redes sociales, amplificados por un ejército de cibermercenarios, comandados desde la Fuerza de Tarea de la CIA.

En el caso de Cuba, este año el enemigo, en su desesperación ante la imbatible resistencia del pueblo, se lanzó a lo que creían la estocada final a la Revolución, luego de intentar cerrarle todas las vías de ingresos mediante la aplicación de un centenar de medidas coercitivas, incluso en el contexto de la pandemia fueron más hostiles y sistemáticas sus arbitrarias acciones.

A 5 570,3 millones de dólares ascendieron las afectaciones ocasionadas a Cuba por el cerco estadounidense, cifra récord para un año en el más de medio siglo de acoso brutal contra nuestro pueblo.

Resaltan en esta etapa acciones como la prohibición de vuelos desde Estados Unidos hacia todas las provincias cubanas, con excepción de La Habana, la posibilidad de establecer demandas al amparo del injusto e ilegal Título iii de la Ley Helms-Burton, y la persecución e intimidación a las empresas que nos suministran combustibles.

El espantajo estilo comic de Marvels del síndrome de La Habana fue sacado a relucir en varias oportunidades y fue desmenuzada esa mentira de supuestos incidentes sónicos por la ciencia cubana e internacional en cada oportunidad que se pretendió utilizar.

El ataque terrorista contra la embajada de Cuba en Washington, el 30 de abril, fruto de la postura agresiva del gobierno yanqui, reeditó terribles episodios del pasado.

Aplicaron con saña la guerra económica, el reclutamiento y organización de delincuentes para crear grupos de acción violenta y cometer actos de terrorismo a semejanza de los utilizados en Ucrania, Irán, Venezuela y Bolivia; intentaron generar manifestaciones, creando puntos de fricción en diferentes escenarios que pudieran desembocar en protestas, y utilizando la propaganda negra y la convocatoria desde las redes sociales.

El sitio Cuba Money Project, del periodista estadounidense Tracey Eaton, divulgó que el Departamento de Estado de EE. UU. ofrece hasta un millón de dólares para programas que impulsarían «los derechos civiles, políticos, religiosos y laborales en Cuba».

Citó también, en octubre de este año, datos obtenidos del Explorador de Ayuda Exterior de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), el cual reflejaba gastos por más de 261 millones de dólares en proyectos de subversión contra Cuba, desde 1990 hasta este año.

Cuba Money Project reveló, además, que desde que Trump asumió la presidencia, en enero de 2017, la Usaid erogó unos 50 millones de dólares en proyectos relacionados con la búsqueda de un cambio de sistema en nuestro país.

Con migajas de esos millones se les paga a los vándalos que profanaron los bustos de nuestro Héroe Nacional, José Martí, a los «activistas» del llamado Movimiento de San Isidro y a los terroristas que lanzaron cocteles molotov contra gasolineras, centros de comercio e instituciones cubanas.

Mientras, la Tercera Opción centrista, emboscada en el camino, espera el momento oportuno para mostrarse como salvadora y ofrecer un nuevo pacto del Zanjón a los cubanos.

Pero la fuerza del pueblo se crece, como lo demuestra el de Cuba y el de Bolivia, que en octubre puso fin, mediante las urnas, a un año de oprobioso gobierno de facto y Evo Morales regresó a su patria convertido en millones, los usurpadores no pudieron borrar su obra, que continuará el presidente Luis Arce.

En Venezuela, en medio de la lucha global contra la COVID-19, Trump estrechó el cerco y amenazó con arrastrar a América Latina a una conflagración, al ordenar incrementar la presencia de efectivos militares en el área.

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los órganos de seguridad e inteligencia del Estado abortaron, a comienzos de mayo, la llamada Operación Gedeón que contemplaba, en primer lugar, la eliminación física del mandatario Nicolás Maduro, acción que han intentado sin éxito durante todo el año.

En las recientes elecciones parlamentarias, la alianza del Gran Polo Patriótico conquistó 253 escaños de 277 en la Asamblea Nacional de Venezuela, lo que constituye una gran victoria del chavismo en medio de la situación económica provocada por las medidas coercitivas de Washington.

Apenas iniciaba el año, cuando Donald Trump ordenó el asesinato del general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, y en noviembre de uno de los principales científicos nucleares de Irán, Mohsen Fajrizadeh, considerado el director del programa nuclear iraní, acciones con las que ha buscado la guerra.

La contienda bélica en Siria, la más larga y cruenta del Medio Oriente, que ha generado una de las crisis de refugiados más graves desde la II Guerra Mundial, parece no tener fin ante los repetidos intentos de EE. UU.  de apoderarse, a toda costa, de los recursos de esa nación.

El 28 de enero de 2020, el presidente Donald Trump reveló las líneas generales de su plan de paz para Medio Oriente, lo que fue rechazado de inmediato por los palestinos y la mayoría de la comunidad internacional.

Las elecciones de noviembre que dieron la victoria al candidato demócrata Joe Biden, pusieron de relieve las profundas fracturas internas de la sociedad estadounidense. El mandatario Donald Trump llevó adelante una campaña electoral donde el odio marcó pauta en su discurso; su negativa a abandonar el poder crea incertidumbre y disturbios que pudieran generar consecuencias mayores, teniendo en cuenta las fuerzas que apoyaron a Trump: milicias separatistas, supremacistas, fanáticos, etc. Finaliza su mandato como lo comenzó: poniendo el mundo al borde de la guerra.

Desconocer la naturaleza del poder político de Cuba, Irán, Venezuela y Nicaragua, este último país, integrante de la llamada, por Donald Trump, «la triada del mal», llevó al fracaso de sus planes injerencistas y culminará en la más vergonzosa derrota del imperio estadounidense. Los hechos demuestran que el capitalismo es insostenible para la especie humana y su sobrevivencia.