La segunda guerra entre Azerbaiyán y Armenia redibuja las líneas del mapa en el sur del Cáucaso

Este año saliente ha demostrado que el espacio postsoviético sigue siendo un volcán, que eructa guerras, revoluciones y otros choques incluso 30 años después de la desintegración de la URSS. El evento clave para los estados postsoviéticos en el 2020 fue la segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj, que duró 44 días. A diferencia de la primera guerra a principios de la década de 1990, que resultó en la derrota de Azerbaiyán, esta vez Bakú logró la victoria, recuperando el control sobre una parte significativa de los territorios adyacentes a Nagorno-Karabaj y también una parte de esta región montañosa. Se llegó a un acuerdo de paz entre Ereván y Bakú gracias a la mediación de Rusia. Moscú no solo supervisará el cumplimiento del alto el fuego, sino que también se convertirá en garante de un futuro arreglo a largo plazo del conflicto de Karabaj, escribe Kommersant.

El punto clave del acuerdo trilateral fue un acuerdo para desplegar fuerzas de paz rusas en la zona de conflicto a fin de evitar la reanudación de un enfrentamiento militar y crear las condiciones para relanzar el proceso diplomático, que ha estado estancado durante un cuarto de siglo.

La segunda guerra de Karabaj, que estalló el 27 de septiembre, estuvo predeterminada por muchos factores. Entre los que aseguraron la victoria de Azerbaiyán, estaba su superioridad en armamentos, en primer lugar, su dominio aéreo total gracias a los vehículos aéreos no tripulados comprados a Israel y Turquía. Los expertos dicen que Armenia fue tomada por sorpresa por los avanzados «drones kamikaze». Entre otros factores para la victoria de Azerbaiyán, estuvo la asistencia de asesores militares turcos y la participación directa del ejército de Turquía en el campo de batalla, que incluía pilotos y artilleros, así como mercenarios del Medio Oriente (aunque Azerbaiyán lo niega enérgicamente).

Al tocar los motivos de la derrota de Armenia, los expertos culpan a la política miope del primer ministro Nikol Pashinyan, quien permitió que estallara la guerra aunque el país no estaba preparado para ella, así como a los errores estratégicos y tácticos del mando militar de Armenia. El triunfo de Azerbaiyán degradó los llamamientos de Pashinyan para otorgar a Nagorno-Karabaj un estatus especial. Una gran mayoría de armenios cree que el primer ministro es el culpable de la vergonzosa derrota y la oposición exige su dimisión. Incluso si la actual ola de protestas no logra derrocar al primer ministro y su gobierno, las perspectivas de Pashinyan en las próximas elecciones o en las elecciones anticipadas parecen ser bastante vagas, según el periódico.

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