El año que termina ahora ha sido especialmente prolífico en noticias sobre aviones de combate, especialmente en torno a los proyectos de futuros cazas de sexta generación. El desarrollo de nuevos blindados y los avances en el sector naval también han superado hitos importantes en 2020. En las siguientes líneas se repasan algunos de ellos.
En el ámbito aeroespacial internacional en este ejercicio ha destacado la competencia, cada vez más abierta, por contar en la década de 2030 con el avión de combate de sexta generación más competitivo. Tanto el programa franco-alemán-español FCAS (futuro sistema aéreo de combate), como el británico, con apoyo de Italia y Suecia, Tempest, han dado importantes pasos en unos desarrollos que distintos expertos y destacados líderes del sector consideran que deberán confluir en uno solo si Europa quiere contar con un sistema con verdaderas posibilidades en el mercado. El reto, en todo caso, no parece fácil. Entre tanto, Estados Unidos ha dado un importante golpe de efecto al revelar el pasado verano que ya ha volado un primer prototipo de caza de la futura generación.
Antes de llegar a la sexta generación de aviones de combate, la quinta, representada particularmente por el caza estadounidense F-35, sigue al alcance de muy pocos. Turquía, uno de los nueve socios iniciales del programa liderado por Lockheed Martin, ya no está entre ellos. La compra por parte de Ankara de sistemas de misiles antiaéreos rusos S-400 ha levantado los recelos de sus aliados de la OTAN, temerosos de que se pongan en dificultades la compatibilidad de sistemas, lo que ha llevado finalmente a Washington a retirar al país eurasiático del programa. Pese a ello, Turquía aún sigue colaborando en su fabricación, aunque los aviones que ya se habían construido del lote comprometido de cien F-35 para ella han tenido que buscar un nuevo destino. Las diferencias de otros países de la Alianza Atlántica con Ankara también se han hecho más profundas este año en otros ámbitos. Aquí destaca Francia, que tampoco ve con buenos ojos que la compañía francoitaliana Eurosam se implique en el desarrollo turco de un nuevo sistema de defensa antimisiles.
Volviendo al programa del F-35, del que ya hay operativos más de medio millar de unidades en el mundo, este año se han sumado nuevos clientes. Polonia, por ejemplo, ha encargado 32 unidades por más de 4.000 millones de euros; Bélgica ha firmado el primer contrato de un programa de 34 aviones por más de 5.000 millones de dólares; Grecia ha solicitado la adquisición de hasta 24 aviones; Emiratos ya tramita la compra de hasta medio centenar de unidades de este modelo, y Catar está moviéndose también para contar con el avanzado avión. El cerco parece estrecharse sobre España, a la que Washington considera como uno de los principales clientes potenciales del modelo.
Mientras, en Europa, el avión de combate Eurofighter ha confirmado que aún le queda cuerda en el mercado para los próximos años. Así lo ha evidenciado Alemania con la compra de 38 nuevas unidades. El fabricante espera de hecho continuar produciéndolo hasta 2030, para atender órdenes previstas, como la que probablemente realizará España.
Este 2020 han comenzado además las entregas de aviones de transporte y suministro de combustible en el aire A330 MRTT de la flota conjunta que han encargado a Airbus varios socios de la OTAN. Y también ha destacado la apertura que Estados Unidos ha decretado para la exportación de drones Reaper, Predator y Global Hawk a más clientes potenciales. Marruecos es uno de los países que han aprovechado la oportunidad, en este caso dentro de la amplia lista de compras militares que está realizando en los últimos meses.
El sector europeo sigue liderando el mercado de exportación naval mundial, como se encargó de recordar Hervé Guillou a principios de año antes de dejar el puesto de consejero delegado de los astilleros semipúblicos franceses Naval Group. Australia, Canadá y Estados Unidos han mostrado esa fortaleza a elegir este ejercicio dotar a sus futuras flotas con nuevas fragatas europeas (ninguna de ellas de la española Navantia, pese a que mantuvo buenas posibilidades en los tres programas).
Al mismo tiempo, en el viejo continente siguen los movimientos encaminados a tratar de reordenar su sector naval para ganar sinergias. El acuerdo franco italiano de creación de la empresa conjunta Naviris trata de indicar el camino para un posible agrupamiento del sector europeo, en una suerte de ‘Airbus Naval’, al que se han vuelto a referir este año líderes tan importantes como el consejero delegado de la citada firma francesa Naval Group. También resultan significativas operaciones como las de Alemania al encargar sus futuras fragatas MKS 180 a la neerlandesa Damen, pese a contar con importantes astilleros. Este movimiento abre en el seno de Europa nuevas vías de comercialización que hasta ahora parecían vedadas, ya que por lo general cada país encarga sus buques a su propia industria naval, en el caso de tenerla. Pero al mismo tiempo el contrato de Berlín ha levantado los recelos de la industria germana, que por otra parte se ha planteado la creación de un conglomerado industrial propio.
En este ejercicio se han incrementado los movimientos para el desarrollo de un futuro carro de combate europeo. Francia y Alemania continúan avanzando en un proyecto al que podría secundar una nueva iniciativa italiana en la que quizá acaben entrando Polonia y España, como pretende Roma.
Este año se han producido también notables avances en la modernización de los inventarios de vehículos militares de distintos países. Finlandia, Estonia y Letonia, por ejemplo, han dado importantes pasos en la obtención de un futuro 6×6 basado en el vehículo Patria, de la compañía mayoritariamente finlandesa del mismo nombre. Estados Unidos, por su parte, ya ha encargado los primeros vehículos anfibios de combate (ACV), con los que sustituirá en los próximos años buena parte de su inventario de famosos vehículos de asalto anfibio AAV del Cuerpo de Marines.