El dilema entre añorar y revivir la Unión Soviética

El historiador colombiano Juan Camilo Vergara explica la imagen estereotipada que ha fabricado Occidente sobre la nación con más territorio del planeta.

La civilización rusa casi desaparece con las invasiones de Genghis Khan y el nazismo, por lo que las cancillerías occidentales ignoran de qué está forjado el espíritu ruso. Y, si se piensa que Rusia será occidental y tendrá una democracia a la norteamericana, no conoce su historia.

A pesar del acercamiento ruso a Occidente, en la década de los 90, la OTAN continuó avanzando hacia sus fronteras y bombardeó a Serbia, su histórico aliado, estos acontecimientos motivaron a que los rusos buscaran a un líder fuerte, que frene los peligros, surgiendo Vladímir Putin, nuevo arquitecto del prestigio y la imagen de Rusia.

La táctica de Occidente de terminar de hundir a la súper potencia y expulsarla de Europa fracasó, como lo quiso hacer Napoleón Bonaparte -poco antes de invadir a Rusia en 1812- al decir “hay que devolver a Rusia a sus cavernas de hielo en el norte”.

Rusia se siente como una fortaleza asediada. Los diplomáticos occidentales deben entender que atacar más o arrinconar a Rusia, más agresiva se vuelve.

“Occidente –dijo Vergara- suele imaginarse una Rusia con determinadas características: el alma rusa es profunda, el ruso es serio, agresivo, militarista, pero también baila ballet y tenemos una cantidad de imágenes preestablecidas, sin darnos cuenta que nos han formateado y no desde la Guerra Fría, sino desde hace más de 300 años. Está en la mentalidad occidental una manera de ver a Rusia que no corresponde con la realidad de este país”.

Detalló que leyendo literatura parisina, se describe a una persona rusa dándole atributos de oso o lobo, son peludos, fuertes, beben vodka como osos, hacen ruidos de osos, la decoración de sus casas son como de una gruta, y esas imágenes que vienen del siglo XVIII y XIX no han cambiado hasta ahora.

“Recuerden la película de Rocky, cuando va a pelear contra el soviético, que tenía dos metros y medio de altura, descomunalmente grande, musculoso, frío, rubio -como si todos los rusos fueran rubios- y sobre todo cruel, porque para Occidente ha sido importante deshumanizar a ese gran rival que es la civilización rusa, para poderla controlar, minimizar y vencerla más fácilmente”, explicó el historiador colombiano en una conferencia magistral virtual gratuita.

Indicó que es importante saber cómo Occidente fabrica sus propias visiones del mundo, cómo nos ha encasillado a los latinoamericanos como débiles, desordenados, todos bailan salsa; a los chinos como trabajadores incansables, todos iguales y también nuestros enemigos; a los árabes como terroristas, violentos, corruptos y fanatizados; como si el mundo fuera tan sencillo.

“Entender a Rusia se ve prácticamente imposible, si la vemos a través del prisma occidental, porque en vez de tener unos binoculares, lo que tenemos es un caleidoscopio, que no nos deja ver la realidad, porque le ponemos esas figuritas que queremos ver en la Rusia contemporánea y de siempre. Rusia se sirve de nuestra propia debilidad, que es esa, dividir de manera maniqueísta el mundo entre los buenos y los malos, y lo ha usado de manera muy hábil”, manifestó.

“Hay dos frases –prosiguió- que son difíciles de entender por fuera de este país, ambas de Vladímir Putin: la primera es ‘Rusia es uno de los Estados más grandes del mundo y una potencia nuclear. Su presidente debe devolverle su prestigio y un rol central en el mundo’.”

“Uno diría ¡qué bonito! los rusos soñando con volver a la Unión Soviética, pero se nos olvida que este país se ha visto de esa manera -no desde que llegó Vladímir Putin al poder- sino desde la época de Iván III El Grande, saliendo de la Edad Media, cuando Rusia se puso como objetivo convertirse en uno de los Estados más grandes del mundo y en una potencia y tener o aumentar el prestigio del país”.

“La segunda frase es una más enigmática, a la vez que brillante. La frase es una especie de síntoma, como si un doctor hubiera hecho un diagnóstico del sentimiento de los rusos en los años 90 en adelante: ‘El que no añore la Unión Soviética es que no tiene corazón; pero el que quiera revivirla, no tiene cerebro’. Nos podemos quedar pensando horas en qué significa eso”, refiere el intelectual colombiano.

Para Occidente, que ha vendido la idea -de nuevo- de que Rusia siempre quiso la libertad, llegar a la democracia, abandonar el comunismo, acabar con la Unión Soviética (URSS) y que finalmente lo logró y todos en Rusia estaban felices por ese hecho, “esas personas que realmente creyeron esa historia, fabricada por los medios occidentales, no van a entender que el final de la URSS es probablemente una de las dos o tres mayores tragedias de la historia del pueblo ruso y así es vivida por los rusos”, manifestó.

“Esa historia –agregó- no nos la han contado en Occidente, porque ese prisma occidental implica sentir o creer que todas las naciones del mundo aspiran a ser como los norteamericanos”.

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