«No diseñaremos o distribuiremos inteligencia artificial en áreas como armas u otras tecnologías cuyo propósito principal pueda ser causar daño a personas». «Creemos que Google no debería estar en el negocio de la guerra».
Sundar Pichai, CEO de Google y de su matriz, Alphabet, hizo esta promesa en público en una entrada del blog corporativo de la multinacional. Fue en una publicación de hace dos años, en el que el ejecuitivo del buscador más conocido de la red defendía los principios éticos que movían al gigante a la hora de profundizar en la inteligencia artificial.
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Dos años después, Forbes revela que este compromiso de Google no era tan férreo como cabía pensar.
El medio económico ha profundizado en cómo a través de GV —antes Google Ventures—, el brazo inversor de la multinacional, la compañía participa en algunas firmas que están ganando muchísimo dinero con contratos con, entre otros, el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Forbes se detiene en concreto en dos firmas: Orbital Insight y Planet. Ambas han ganado más de 30 millones de dólares en contratos con el Departamento de Defensa norteamericano en los últimos 3 años. Y ambas están participadas por GV, un fondo de 5.000 millones de dólares que se separó de Google en 2009 pero que sigue moviendo el dinero de Alphabet.
En 2016 GV entró en Orbital Insight y un año después lo hizo en Planet. La primera, con base en Palo Alto. La segunda, en San Francisco.
Orbital es una firma de software que fue fundada por el exdirector de Google Books, James Crawford. Su AI trabaja masivamente con imágenes satelitales, grabaciones de drones y datos de geolocalización de 800 millones de dispositivos móviles para indicarle aparentemente a sus clientes qué cosas han cambiado en la Tierra y por qué importa. Ha sido útil para rastrear la deforestación de la Amazonia, pero también para detectar cabezas nucleares en Corea del Norte o encontrar campos de talibanes en Afganistán.
Planet, por su parte, fue fundada por ingenieros de la NASA y tiene 150 satélites en órbita. Su propósito es crear la mayor constelación de satélites artificiales. Su principal capacidad es la de poder poner en órbita de forma muy barata satélites pequeños. Estuvo valorada en 1.800 millones de dólares en 2018, tras una ronda de financiación. Google se hizo con el 16% de la compañía, destaca Forbes, después de entregarle su filial dedicada a lo mismo, Terra Bella, a la propia Planet. Su participación se ha diluido a un 13%.
Orbital, por ejemplo, ha levantado entre febrero del 2017 y julio de este año 10 millones de dólares para desarrollar una IA para el Departamento de Defensa de EEUU en el marco de un programa llamado Datahub, que serviría para, mediante imágenes satelitales, «rastrear patrones de vida del enemigo 24 horas 7 días a la semana, bajo cualquier clima y tanto de día como de noche en grandes áreas», según unos documentos presupuestarios del Pentágono al que ha accedido Forbes.
GV ha estado en todas las rondas que ha protagonizado Orbital, tanto en la Series A de 9 millones de 2015. Lideró la del año siguiente, de 15 millones. La última ronda en la que GV participó de Orbital fue en una Series D, en noviembre del año pasado, que levantó 50 millones de dólares. La startup, por lo menos, también participa en proyectos humanitarios. Pero la mayor parte de sus ingresos dependen de sus lazos con agencias de inteligencia y militares norteamericana.
Esto es algo que no tiene muy contentos incluso a gente dentro de la propia compañía. Según un antiguo responsable de equipos, Orbital entiende que su tecnología nunca se podrá utilizar para «identificar objetivos» de un bombardeo. «Pero una vez identificas un edificio para el gobierno, este hará lo que quiera con él», reconoce.
Orbital perdió el contrato del programa Datahub, pero eso no quiere decir que la compañía no quiera nuevas adjudicaciones de la defensa estadounidense: según registros a los que también ha accedido Forbes, la startup ha gastado 300.000 dólares en hacer lobby en el Congreso estadounidense.
Planet, por su parte, ha levantado incluso más capital que Orbital: alrededor de 400 millones de dólares desde que fue fundada en 2010. El negocio de Planet es similar al de Orbital Insight en tanto que es una mezcla de cuestiones humanitarias, clientes privados y contratación gubernamental. Y de hecho espera, según expone Forbes, aumentar su colaboración con la administración estadounidense en los próximos años.
Lo intentará gracias a un contrato llamado EnhancedView de la Oficina de Reconocimiento Nacional de EEUU, que provee a la administración norteamericana de imágenes de satélite, y quiere ser la principal proveedora de este tipo de recursos a las instituciones de la potencia.
Sin embargo, tres extrabajadores de la compañía aclaran a Forbes que ha habido malestar en la plantilla por los contratos de defensa, lo que ha desembocado en que varios de ellos abandonasen la compañía. «Inicialmente, la firma era muy altruista. Querían lanzar satélites en beneficio de todo el mundo (…). Después descubrieron que en realidad los que pueden pagar grandes cantidades por esta tecnología solo son los gobiernos».
Uno de los antiguos empleados de la firma incide incluso en que Planet oscila «en una fina línea» entre lo que dicen sus directrices éticas y lo que el gobierno estadounidense les exige.
Estas dos, además, no son las únicas startups implicadas en el negocio de la guerra en las que Google participa de un modo u otro. GV también está invirtiendo en rondas de SpinLaunch, una startup que quiere poner satélites en órbita utilizando una suerte de brazo-catapulta todavía en desarrollo. Aunque la idea en un principio no tiene por qué ser militarista, la firma consiguió en 2019 un contrato de 2,5 millones de dólares con la Unidad de Innovación en Defensa del Departamento de Defensa de EEUU.
En otras palabras: SpinLaunch, en la que participa GV, el brazo inversor de Google, pronto podría estar colaborando en el despliegue de más satélites espías del ejército estadounidense.