En junio de 2019, Facebook anunció que este año lanzaría su moneda digital vinculada a una cesta de monedas soberanas. El proyecto Libra (hoy llamado Diem tras varios cambios), sacudió a los Gobiernos y bancos centrales de medio planeta.
Una moneda digital con acceso directo a los 2.700 millones de usuarios de la red social podría amenazar la soberanía monetaria de los países y afectar a la estabilidad financiera.
La respuesta no solo llegó en forma de una cascada de advertencias hacia Facebook e incluso nuevas normas, como las presentadas por la Comisión Europea el pasado septiembre. Bancos centrales de todo el planeta empezaron a desarrollar versiones digitales de sus monedas.
Algunos llevaban años de ventaja, como Suecia o China. Otros se sumaron más tarde, como la Reserva Federal. Mientras, el BCE se metió de lleno en la tarea, con discusiones estratégicas, consultas públicas e incluso la posibilidad de lanzar un proyecto piloto este mismo año para probar la viabilidad del euro digital.
Cada paso se mide, cada detalle se calibra, porque las consecuencias para el sistema financiero pueden ser enormes. Porque el euro digital no solo se convertirá en un sistema de pago que facilitará la vida a los europeos en un ecosistema cada vez más digital, aunque las monedas y billetes no desaparecerán. Este nuevo medio de pago llegaría directamente a los ciudadanos, quienes tendrían un depósito en el mismo BCE.
Los ahorros de los ciudadanos
Las derivadas son múltiples y profundas, porque los europeos podrían decidir tener todos sus ahorros en euros digitales para mantener su dinero en las manos seguras del BCE, poniendo fin así a las crisis bancarias del pasado. Sin embargo, terminaría con una de las principales fuentes de financiación de los bancos, poniendo en peligro la labor esencial que juegan en la economía y amenazando la estabilidad financiera si la transición se gestiona mal.
Las oportunidades son inmensas, pero también las consecuencias de cada decisión. Por eso, el BCE y sus colegas de todo el mundo están pensando bien las característica de estas monedas digitales, los posibles límites a imponer, o el papel que los bancos jugarían en este futuro sistema.
Se decidirá a mediados de 2021 si se lanza o no un proyecto piloto para probar la viabilidad
El BCE publicó el pasado octubre un detallado informe de 54 páginas en el que reflexionó sobre algunos de estos aspectos. La institución lanzó una consulta pública, que concluirá en enero, con bancos y otros actores para sondearles sobre este proyecto del euro digital. En función de las respuestas que obtenga, y de su proceso interno de reflexión, decidirá a mediados de 2021 si lanza un proyecto piloto para probar la viabilidad de este euro digital y reunir más conocimiento práctico, explican fuentes del Banco de España.
Una corazonada de Lagarde
La presidenta del BCE, Christine Lagarde se inclina por pensar que el euro digital llegará a ser una realidad. Es su «corazonada», aunque aun le costará entre dos y cuatro años. La francesa explicó que no solo llevará tiempo su desarrollo tecnológico, sino reflexionar sobre aspectos como los controles del lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
Esta es una de las principales preocupaciones con las criptomonedas actuales como Bitcoin, dada la anonimidad de sus usuarios. Sin embargo, los euros digitales no operarían en la oscuridad, apuntan desde el Banco de España.
Fuentes del regulador español advierten que el horizonte temporal sugerido por Lagarde puede resultar algo optimista
Fuentes del regulador español dvierten que el horizonte temporal sugerido por Lagarde puede resultar algo optimista, y para ello ponen el ejemplo de China. Su banco central fue uno de los pioneros en el desarrollo de su moneda digital. Pero tras cinco años, el yuan digital aun está en fase de experimentación con varios proyectos piloto.
Ahora, el BCE dialoga con autoridades políticas nacionales y europeas, y con asociaciones, porque aspectos como el control de la privacidad serán consultados con actores más allá del ámbito monetario.
También recopilan experiencia práctica para ver su viabilidad técnica, aunque no está claro si se utilizará una tecnología de registro distribuido (como el blockchain), la misma utilizada como base para otras criptomonedas como Bitcoin.
Al mismo tiempo, el BCE está preparando el proyecto piloto, que decidirá si lanza a mediados de este año. Por último, mantiene un diálogo constante con otros bancos centrales inmersos en proyectos similares, dado que se quiere favorecer la interoperabilidad de sus monedas digitales para evitar la fragmentación en los pagos transfronterizos.
Pero los temores que aun despiertan son poderosos. Estos activos digitales traen «profundos interrogantes sobre la forma de nuestro sistema financiero y las implicaciones para la estabilidad monetaria y financiera», advirtió en septiembre el Gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey.