Largamente pensada sobre la base de las altas y bajas de los servicios de inteligencia, Estados Unidos apostó por respaldar a los grupos terroristas contra Siria y los integró a un movimiento subversivo de amplio alcance.
Dicho movimiento vinculado a las llamadas primaveras árabes, con un papel relevante asignado al régimen sionista de Israel.
Una tarea especial en ese sentido jugó el embajador de Washington en esta nación del Levante hasta el 2012, Robert Ford, en su época asistente de John Negroponte, artífice de los Boinas Verdes en la agresión a Vietnam y de la invasión a Iraq, además de un ‘especialista’ en las acciones subversivas contra Nicaragua.
Entre esa fecha y hasta la salida de Siria, Ford y otros diplomáticos occidentales y de países de la región alentaron y respaldaron a grupos oposicionistas en las provincias de Deraá, Hama y Homs en particular, en total violación de las normas legales internacionales.
Ante el fracaso de la promoción de manifestaciones y guerra civil, el veto de Rusia y China contra una agresión directa en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, optaron por acciones subversivas extremistas, atentados, secuestros y asesinatos selectivos de figuras del Gobierno, jefes militares y centros de la seguridad, así como sabotajes contra la infraestructura de Siria.
Entre el 2012 y el 2018, Damasco, Alepo, Homs, Hama y otras ciudades sirias fueron centros de un incremento de organizaciones terroristas en una confrontación militar de carácter irregular.
Desde entonces hasta el 2020 lograron ser neutralizadas por las Fuerzas Armadas sirias y organizaciones aliadas como el movimiento de resistencia libanés Hezbolá, y las milicias palestinas de Al Quds, entre otras, y sobre la base de acuerdos legalmente establecidos.
LA SITUACIÓN ACTUAL EN EL PLANO MILITAR
Tras la solicitud formal y jurídicamente establecida por acuerdos de larga data, a partir del 2015 Rusia formalizó la ayuda a Siria por medio de las fuerzas aeroespaciales y desde las instalaciones militares de Hemymin, en la provincia de Latakia, y el puerto de Tartus.
De esa fecha a la actualidad fue lográndose una política de reconciliación nacional en más de dos mil localidades, la eliminación de focos terroristas en las ciudades cabeceras de provincias de igual nombre como Alepo, Homs, Hama y la propia capital Damasco, sobre la base de adaptar las acciones combativas en zonas urbanas, fundamentalmente.
De manera simultánea Siria asimiló nuevas técnicas de enfrentamientos, modernizó una buena parte de la aviación compuesta por cazas Suhkoi de varios tipos, los sistemas coheteriles y de blindados como los T-72 y las tácticas y estrategias de reparación de vehículos y equipos dañados.
Asimismo, las acciones del Ejército de tierra permitieron neutralizar a las organizaciones terroristas en el sur del país como en la sureña provincia de Quneitra, donde desde las ocupadas Alturas del Golán el régimen sionista de Israel facilitó el auxilio a elementos del otrora Frente Al Nusra y del entonces llamado Ejército Libre Sirio.
Al cierre del 2020, las Fuerzas Armadas sirias lograron recuperar más del 90 por ciento del territorio nacional y neutralizar finalmente siete de los ocho frentes de combate, con lo cual quedó como ‘último bastión organizado’, el de un tercio de la provincia central de Idlib, fronteriza con Turquía.
Allí se mantienen organizaciones extremistas como la Junta para la Salvación del Levante, otrora Frente Al Nusra y el Partido Islámico del Turkestán, formados esencialmente por mercenarios de la etnia china de los uigures.
PERSPECTIVAS A PARTIR DEL 2020
No obstante, el año que termina permite avizorar que una solución militar es poco viable por los factores internacionales presentes y los cuales incluyen a tropas turcas, estadounidenses, grupos armados kurdos y remanentes del Estado Islámico en diversas áreas de las provincias de Alepo, Hasaka, Raqqa y Deir Ezzor, y los continuados ataques con misiles de Israel contra el territorio sirio.
La guerra impuesta a esta nación por casi 10 años, a un costo de cerca de medio millón de muertos y mutilados, entre ellos unos 100 mil miembros de las fuerzas armadas nacionales, requiere por tanto de intensas y sensatas negociaciones, y donde prime por encima de los intereses políticos, un realismo concreto por la paz.
Siria, centro de un enfrentamiento sin precedentes en la región del Medio Oriente es actualmente foco de una confrontación en la que las fuerzas de las armas por sí solas representan un riesgo de magnitud incalculable.
Esta inquietante realidad por la posición injerencista de Estados Unidos y sus aliados requiere por tanto de negociaciones objetivas en pro de la paz.