Se ha publicado en línea una conversación telefónica que data de 2011 entre Julian Assange y un abogado del Departamento de Estado de Estados Unidos. El ciudadano australiano defiende el rigor de WikiLeaks en el manejo de documentos sensibles.
Acusado por Estados Unidos de haber puesto en peligro vidas estadounidenses a través de determinadas publicaciones de WikiLeaks, parece que Julian Assange ha mostrado, por el contrario, un rigor constante en cuanto a la redacción de los documentos obtenidos y de protección. El 26 de agosto de 2011, incluso intentó alertar a Washington sobre posibles filtraciones incontroladas de documentos robados por un ex empleado de su editorial. Al menos eso es lo que se desprende de escuchar una grabación hecha pública el 16 de diciembre por el sitio “Project Veritas”, una organización militante de la derecha conservadora estadounidense.
Así, durante su conversación telefónica con un abogado del Departamento de Estado de Estados Unidos, el fundador de WikiLeaks sugirió a su interlocutor informar a la mayor brevedad a las personas afectadas por determinadas filtraciones potencialmente riesgosas, al tiempo que explicaba que era posible ralentizar el proceso de publicación en cuestión.
26 de agosto de 2011: un intercambio con mucho en juego
«Sabemos que los archivos del Departamento de Estado se darán a conocer en los próximos días existe la posibilidad de frenar esto», escuchamos explicar a Julian Assange a su interlocutor, especificando rápidamente que las filtraciones mencionado anteriormente no sería obra de WikiLeaks, sino probablemente de un grupo formado en torno a un ex empleado de la editorial, que había decidido desprenderse de ella un año antes: el alemán Daniel Domscheit-Berg que , ya en febrero de 2011 (casi seis meses antes de esta conversación telefónica), había publicado un libro en particular contra Julian Assange, titulado Inside WikiLeaks, detrás de escena del sitio web más peligroso del mundo.
«Las personas en cuestión han comenzado a crear una estructura competitiva a la nuestra, quieren comprometer nuestra reputación tanto como sea posible», resume Julian Assange a su interlocutor, explicando entonces el temor, que al ignorar ciertos temas, sus nuevos competidores no lo harán. no se preocupan por redactar documentos robados, ni por limitar el daño que su publicación en bruto podría causar.
De hecho, durante esta grabación, el fundador de WikiLeaks cree que tales filtraciones podrían implicar riesgos. Por tanto, el ciudadano australiano insiste: «En el caso de que no hayan sido informados, las personas interesadas deberían serlo».
Todavía escuchamos a Julian Assange ofrecer a su interlocutor varias pistas. En particular, afirma que, incluso si WikiLeaks no puede hacerlo, sería posible que Washington eliminara ciertos archivos confidenciales: «Sabemos dónde se encuentran algunos, los demás no deberían ser difíciles de localizar».
Además, varias veces durante la conversación, Assange señala los esfuerzos realizados por WikiLeaks para redactar ciertos documentos obtenidos, antes de que se hagan públicos. Así, anticipándose a la retórica acusatoria en su contra en términos de rigor en el manejo de la información sensible, el australiano explica por su parte haber tenido cuidado de poner en marcha procedimientos estrictos antes de cualquier difusión, y está particularmente desilusionado por las prácticas de algunos de sus antiguos socios de medios.