Los 4 principales hospitales de Barcelona alertan de una tercera oleada letal si no hay «sacrificios» en Navidad.

Un total de 46 profesionales sanitarios pertenecientes a los cuatro principales hospitales de Barcelona (Vall d’Hebron, el Clínic, el Mar y Sant Pau) y a la atención primaria han publicado este jueves a medianoche un manifiesto para pedir «espíritu de sacrificio» ante una tercera oleada de coronavirus que será, advierten, letal.

 

 

Los sanitarios expresan su preocupación por la Navidad, que comenzará la próxima semana y que provocará un aumento de la interacción social en un momento en que ya están creciendo los contagios y los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos (ucis) por covid-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla ya de una tercera oleada del virus.

«Respecto al número de muertos solo relacionados con el covid-19, a veces escuchar estos crueles números nos hacen perder la perspectiva, pero es como si cada día en España se estrellase un Airbus 320″, advierte el manifiesto titulado ‘Viendo la luz en la salida del túnel, pero con prudencia y con necesidad del máximo rigor del colectivo’. Entre los firmantes de este manifiesto se encuentran prestigiosos especialistas como el Jefe del Servicio de Oncología Médica de Vall d’Hebron, Josep Tabernero (Premi Nacional de Recerca de Catalunya este 2020); el director de Investigación del Clínic, Elías Campo (referente mundial en los estudios que han logrado descifrar el genoma de la leucemia linfática crónica); o la Jefa Obstetricia y Ginecología Reproductiva de Vall d’Hebron, Elena Carreras (elegida en el 2015 como mejor ginecóloga de España por ‘Forbes’).

El manifiesto alerta también de que la pandemia está afectando al tratamiento de otras enfermedades: «En lo que llevamos de año, hemos diagnosticado un 15% menos de enfermos con cáncer y hemos atendido un 40% menos de primeras visitas de enfermedades mentales. Otros ejemplos que nos deben hacer reflexionar son la gravedad de infartos cardíacos e ictus que hemos visto estos meses y que hacía años que no veíamos». Son las consecuencias del miedo a ir al hospital, de infravalorar ciertos síntomas y, sobre todo, de que todo el sistema sanitario se haya dedicado a atender a enfermos de coronavirus. Además, los médicos recuerdan que, pese a que el conocimiento sobre el virus es hoy mayor que hace meses, «el número de personas que desarrollan la enfermedad sigue siendo muy elevado».

Los sanitarios comparan la actual crisis sanitaria con la de las grandes guerras europeas del siglo pasado. «Afrontamos esta tercera oleada con la ciudadanía cansada, con unas pérdidas económicas y una crisis que no se recuerda desde el final de las guerras europeas del siglo pasado y que afecta a muchísimas familias. También los profesionales sanitarios están fatigados», aseguran en el manifiesto. Y, por eso, llaman a tomarse «muy seriamente» las recomendaciones epidemiológicas y sanitarias, para que «el impacto de la tercera oleada sea lo menor posible». «Otra emergencia sanitaria produciría una pérdida de salud en la sociedad que nos costaría muchos años volver a recuperar», advierten.

«Otra emergencia sanitaria produciría una pérdida de salud que nos costaría muchos años recuperar», advierte el manifiesto

Los sanitarios reconocen que «hay luz al final del túnel» gracias a la vacuna, la cual en España empezará a administrarse en enero, pero la inmunidad colectiva (que se alcanzará cuando entre el 60% y el 70% de la población esté vacunada) no llegará hasta el próximo otoño, según reconocieron el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el secretario de Salut Pública de Catalunya, Josep Maria Argimon. «El número de aviones que se estrellarán en los próximos meses dependerá de lo que hagamos las próximas semanas y en las fiestas de Navidad. De todos nosotros depende y será nuestra responsabilidad», finaliza el manifiesto.

Este es el manifiesto de los 46 profesionales sanitarios de los hospitales Vall d’Hebron, el Clínic, el Mar y Sant Pau, y de la atención primaria.

Viendo la luz en la salida del túnel, pero con prudencia y con necesidad del máximo rigor colectivo

En las últimas semanas todos hemos visto las buenas noticias de que varias vacunas dirigidas al SARS-*CoV-2, el virus que causa la Covid-19, han demostrado una gran eficacia al prevenir el desarrollo de la dolencia. El hecho que sean varias vacunas que han demostrado este beneficio claro y que el número de personas que han participado en estos ensayos clínicos sea muy grande todavía nos da una mayor información sobre su seguridad y la confianza que tenemos en ellas.

Por otro lado hemos visto en esta segunda oleada de la pandemia que las medidas de distanciación física y el uso continuado de la mascareta fuera del ámbito estrictamente unifamiliar (burbuja) son imprescindibles para evitar la diseminación de la infección. También hemos visto que la mejora en el conocimiento de como tratar de forma eficaz las personas que desgraciadamente acaban sufriendo la dolencia ha mejorado significativamente la mortalidad debida al virus. Aun así el número de personas que desarrollan la dolencia continúa siendo muy elevado, así como el número de enfermos que desarrollan secuelas después de superar la infección, y de estos todavía no sabemos como evolucionarán a medio y a largo plazo. Respecto al número de muertos solo relacionado con la Covid-19, a veces el hecho de sentir estos crueles números nos hacen perder la perspectiva, pero en el decurso de esta segunda oleada, y ya no hablamos de la primera, es cómo si cada día en el Estado Español se estrellara un avión tipo Airbus 320 (los días mejores) o un Boeing 747 (los días peores). Si sintiéramos cada día una noticia como esta seguro que ente esfereiria mucho más.

Poco se ha hablado de los daños sanitarios colaterals a la Covid-19, relacionados con las otras dolencias que normalmente la población tiene y que debido a los efectos sobre todo de la primera oleada y en menor medida de la segunda, o bien no se han diagnosticado o bien s´han diagnosticado tarde por el impacto que una emergencia sanitaria y humanitaria como la Covid-19 ha hecho en nuestro sistema sanitario. Algunas cifras nos tendrían que hacer pensar. En el que llevamos de año, y respecto al mismo periodo del año pasado, hemos diagnosticado un 15% menos de enfermos con cáncer y hemos atendido un 40% menos de primeras visitas de dolencias mentales. Otros ejemplos que nos tienen que hacer reflexionar son la gravedad de infartos cardíacos y ictus que hemos visto en estos meses y que hacía años que no vemos. Muchas son las causas de esta realidad, y sin querer entrar en ningún tipo de debate, podemos incluir el miedo de los enfermos a ir a los centros de asistencia primaria y en los hospitales, la negación o infravaloración de los síntomas, pero también al hecho que la práctica totalidad del sistema sanitario se dedicara a atender una única dolencia para superar el mejor posible la primera oleada de la pandemia. En la segunda oleada se intentó preservar al máximo las otras actividades sanitarias no relacionadas con la pandemia. Nuestro sistema sanitario, como los de la mayoría de países de nuestro entorno y similar grado de desarrollo, es muy bueno y eficiente especialmente si consideramos el bajo porcentaje que se lo dedicamos del PIB. Pero estos sistemas sanitarios están siempre bastante tensionats y en algunas ocasiones al límite, debido a múltiples causas que entre otros incluyen el aumento demográfico, el envejecimiento de la población, la pluripatologia, y la limitación de recursos. Este es un debate político y social que tendremos que tener cuando se acabe la pandemia de la Covid-19 para definir las prioridades que la sociedad vol.

Ahora tenemos un reto ante nuestro extremadamente importante. Cómo podemos afrontar la tercera oleada con la máxima seguridad sanitaria para nuestra sociedad? Nos enfrentamos a una tercera oleada con la ciudadanía cansada por todo el esfuerzo de la limitación de la movilidad y socialización hecho hasta ahora, con unas pérdidas económicas y una situación de crisis que no se recuerda desde el final de las guerras europeas del siglo pasado y que afecta muchísimas familias. Así mismo, los profesionales de los ámbitos sanitarios y sociales están muy fatigados. Por estos motivos, entre otros, nos tenemos que tomar muy seriamente las recomendaciones epidemiológicas y sanitarias que sean más apropiadas porque el impacto de la tercera oleada sea el menor posible tanto en enfermos afectados de Covid-19 como en los que tienen otras dolencias y que precisan un diagnóstico, tratamiento y seguimiento adecuados. Una nueva situación de emergencia sanitaria, como pasó a la primera oleada, produciría una pérdida de salud a la sociedad que nos costaría muchos años volver a recuperar, tal como la prestigiosa revista The Lancet ha mencionado.

El programa de vacunaciones será fundamental, y desde aquí alentamos en la población a vacunarse tal como lo indiquen las autoridades sanitarias para conseguir como antes mejor la inmunidad comunitaria. Pero hasta entonces tendremos que continuar haciendo estas medidas pensante en el bien común. 

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