Aunque en el ejército hay un claro predominio del género masculino, la imagen de la guerra en la cultura y la historia de muchos pueblos suele representarse con el rostro de mujer. En Rusia, este rostro, se ha cristalizado en el semblante recio y triste de la Madre Patria. Esta representación es un llamamiento al instinto de los soldados, a su esfuerzo por defender a los débiles, y así es como se la conoce en Rusia desde los inicios de su historia.
La primera mención de una mujer guerrera data del siglo XVII. Fue entonces, durante la guerra campesina (de 1670 a 1671), cuando Aliona Arzamáskaia, la ‘Juana de Arco’ rusa, dirigió durante más de dos meses un destacamento de más de 2.000 insurrectos refugiados en la fortaleza de Temnikov (la actual Mordovia).
Tras la toma de la fortaleza, Aliona Arzamáskaia fue torturada y acusada de brujería. Cual delincuente y hereje, fue condenada a la hoguera. El viajero contemporáneo alemán Johan Frisch la compara con una amazona capaz de “superar a cualquier hombre con su inusual valentía. Cuando su destacamento fue derrotado, ella siguió resistiéndose con tenacidad y llegó a matar a otros siete u ocho soldados”.
A pesar de la apariencia y el comportamiento masculino de algunas de las damas más destacadas de la Rusia del siglo XVIII, las grandes conquistas logradas en aquella época por el Imperio ruso se atribuyen sobre todo a los hombres.
No obstante, la Guerra Patria de 1812, también conocida como la campaña rusa (oriental) de Napoleón, fue la primera en la que se condecoró a mujeres. Por decreto del 8 de febrero de 1816, se entregó la medalla “en recuerdo de la Guerra Patria de 1812” a las viudas de los generales y de los oficiales muertos en combate, mujeres que trabajaron en la enfermería cuidando a los heridos. Solo para las mujeres se fabricaron 7.606 medallas.
En la guerra de 1812 participó también la primera mujer aceptada en las unidades militares regulares.
Nadezhda Dúrova, que entonces tenía 23 años, pasó a la historia como la ‘chica soldado’ y sirvió en el ejército con la autorización personal del emperador bajo el nombre de Alexánder Alexándrov, primero entre los húsares y después entre los ulanos. Dúrova destacó en una de las batallas más decisivas, la de Boródino, donde fue gravemente herida.
La mujer en las guerras mundiales
Un siglo después años después de Dúrova, Rimma Mijáilovna Ivanova se convirtió en la segunda mujer de la historia en entrar a formar parte del ejército ruso. Se registró en el regimiento sanitario con un nombre masculino y, cuando se reveló el secreto, comenzó a servir bajo su propio nombre.
El 9 de septiembre de 1915, tras la muerte en combate de los dos oficiales de su compañía, ella se hizo cargo de esta y lanzó un ataque contra las trincheras enemigas, donde fue herida de muerte por una bala explosiva que le alcanzó en la pierna. Acababa de cumplir 21 años. Por orden de Nicolás II, a modo de excepción, la heroína recibió a título póstumo la mayor condecoración de la época: la orden oficial de San Jorge de IV grado.
Si durante la Primera Guerra Mundial hay testimonios del servicio militar de una sola mujer, durante la segunda, en la que la magnitud de la tragedia fue mucho mayor, fueron miles de mujeres las que vincularon sus vidas a las fuerzas armadas. Partisanas, operadoras, espías, enfermeras… Casi un centenar de ellas fueron galardonadas con el título de Héroe de la Unión Soviética.
Hubo mujeres que combatieron en primera línea de fuego. En medio de un combate encarnizado, la famosa francotiradora Liudmila Pavlichenko acabó con 309 soldados y oficiales enemigos. Tenía 25 años cuando fue dada de baja del ejército a causa de una herida. Las mujeres francotiradoras aniquilaron a más de 11.280 soldados y oficiales nazis.
Poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Marina Mijáilovna Raskova, quien por entonces ya era una conocida piloto, se dirigió personalmente al Comité Central del PCUS para solicitar que le permitieran formar un regimiento de aviación femenino. Su petición fue aprobada, pero hubo tantas candidatas, que finalmente se decidió formar no un regimiento, sino tres.
Las pilotos de combate del regimiento 586 participaron en la defensa de Moscú y en las batallas de Stalingrado y de Kursk, durante las que realizaron cerca de 9.000 vuelos y derribaron 38 aviones enemigos.
Detrás del regimiento de combate 586, llegaron los regimientos de bombarderos 588 y 587. En las batallas del aire, las mujeres-piloto demostraron una habilidad con los bombarderos digna de admiración. Por ejemplo, el 2 de junio de 1943, cuando 9 bombarderos soviéticos Pe-2 sobrevolaban el poblado cosaco Kíevskaia, en la región caucásica de Kuban, estos fueron atacados por ocho aviones de combate alemanes. Las piloto abrieron fuego contra el enemigo y en el transcurso de la batalla derribaron 4 aviones de combate y regresaron al aeródromo sin sufrir una sola pérdida.
La tradición de mujeres-piloto sigue viva incluso hoy. En 2013 se creó el primer escuadrón de helicópteros femenino de la historia de Rusia, bautizado con el nombre de una elegante ave tropical, el ‘Colibrí’.
La presencia de mujeres se ha convertido en algo habitual en el Ejército ruso; durante las pruebas más severas de la historia de Rusia, las representantes del (mal) llamado sexo débil se han ganado el derecho a llevar charreteras y a cumplir su deber igual que los hombres.