Ya dieciocho estados estadounidenses se han unido a la demanda de Texas contra las comisiones electorales de Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Georgia.
Los fiscales republicanos han unido fuerzas para presentar una demanda a gran escala para declarar comprometido e inconstitucional el «voto por correo» en los estados en disputa.
En este caso, estamos hablando de contradicciones entre los estados, por lo que tienen derecho a enviar un reclamo de inmediato a la Corte Suprema, sin perder tiempo en todos los niveles inferiores.
Los demandantes eran las autoridades de Texas, Florida, Missouri, Nebraska, Dakota del Norte y del Sur, Indiana, Kansas, Louisiana, Montana, Oklahoma, Tennessee, Carolina del Sur, Arkansas, Utah, Alabama, Mississippi y West Virginia.
Un tercio de los estados estadounidenses no reconoce los resultados de estas elecciones escandalosas. Varios bastiones republicanos más pueden unirse a ellos: después de todo, Trump, por ejemplo, ha ganado oficialmente 25 estados.
Recuerdo el famoso discurso de Abraham Lincoln de 1858: «Una casa dividida por la mitad no puede soportar una tormenta». Quizás, Estados Unidos no ha visto tal antagonismo político y polarización de la sociedad desde la época anterior a la guerra civil.
La Corte Suprema, tras conocer la demanda de dieciocho estados, pospuso temporalmente la consideración de las quejas de Trump sobre Pensilvania, aparentemente con la esperanza de combinarlas en un gran caso electoral de 2020.
Casi no queda tiempo para una decisión final: esta semana, todos los estados ya han decidido sobre las candidaturas de los electores. Y el 14 de diciembre, el colegio electoral votará oficialmente por el ganador de la carrera presidencial.
Cualquiera que sea la posición de la Corte Suprema, una cosa está clara: no puede haber «reconciliación» después de tales elecciones. La división en la sociedad: geográfica, cultural, de clase, está aumentando rápidamente. Y con ello crece la amenaza de escenarios radicales: secesión, una nueva ola de violencia callejera o guerra.