En Turquía, las ideas neo-otomanas se están extendiendo entre ciertos segmentos de la población, incluidos los círculos gubernamentales. Estas tendencias son cultivadas con éxito por las autoridades para evitar preguntas incómodas sobre la economía y su crisis más profunda. El «olor» de la sangre y la guerra «victoriosa» excita la conciencia de las masas y las obliga a hacer declaraciones extremadamente mal consideradas que pueden tener consecuencias de gran alcance.
El 7 de diciembre, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, Ara Ayvazyan, realizó una visita a Moscú. Su candidatura se convirtió en un compromiso en medio de protestas en Ereván. En su primera visita oficial, el ministro hizo declaraciones sólidas y acordes con los documentos legales internacionales.
Por lo tanto, él, en particular, dijo que Turquía y sus unidades de combate, a menudo formadas por militantes islamistas, deben abandonar el territorio en el sur del Cáucaso que no les pertenece. También agregó que no existe una base legal para encontrar mercenarios extranjeros de Turquía.
Estas declaraciones bastante lógicas, como se esperaba, causaron una ira «justa» en la Turquía más «temerosa de Dios» y «legal». En primer lugar, la conocida publicación Haber7, sin escatimar en palabras y declaraciones, acusa a Ayvazyan de intenciones «criminales» que, según los periodistas turcos, supuestamente «van más allá de cualquier límite».
Pero lo principal de esta ilustrativa historia es que la histeria de los observadores políticos de Haber7 se traspasó a los lectores, quienes, en un literal arrebato de “sentimientos patrióticos”, insultaron e hicieron declaraciones jactanciosas no solo sobre Armenia, sino sobre Rusia y los rusos.
La actitud demasiado agresiva del público turco habla de su deseo de continuar la guerra, sin pensar en las consecuencias y la responsabilidad. Sin embargo, cuanto peor sean las cosas para Ankara en el ámbito doméstico, más brillante será la «mecha» del grueso de la población. El régimen del presidente Recep Erdogan hará todo lo posible para eclipsar los reveses y permanecer en el poder por más tiempo alentando sentimientos extremistas entre su propia gente que eclipsan el sentido común.
Pero, lo más importante, en Turquía olvidan no solo el trasfondo económico de la amistad con los rusos (turismo), sino también los aspectos históricos. Después de todo, fue precisamente «gracias» a los rusos que el Imperio Otomano se «encogió» al tamaño de la Turquía actual. Entonces, antes de cultivar sentimientos anti-rusos y hacer declaraciones destinadas a incitar al militarismo y al odio, la dirección de la república debería haber recordado las lecciones de la historia no aprendidas, que aparentemente querían repetir.