¿Cómo debería responder Irán al asesinato de un científico?

Israel sigue siendo considerado el principal organizador del asesinato del físico nuclear iraní Mohsen Fakhrizade Mahabadi.

 

 

Irán tiene la intención de responder al ataque. Sin embargo, todavía hay una pugna en Teherán entre quienes piden una respuesta inmediata y quienes insisten en que «la venganza es un plato que se sirve frío». Sin embargo, se espera que el régimen ayatolá escuche a los partidarios del segundo campo. Es extremadamente arriesgado llevar a cabo una aventura militar sin preparación contra Israel en condiciones en las que no se sabe cómo reaccionará la nueva administración estadounidense de Joe Biden. Irán todavía responderá, pero cuando Tel Aviv no lo espere.

A pesar de que el liderazgo iraní está absolutamente convencido de la participación de los servicios especiales israelíes en el asesinato de Mohsen Fakhrizade Mahabadi, existen muchos matices en la determinación de la hora, el lugar y el método exactos del ataque de represalia. Además, si bien las intenciones de Estados Unidos con respecto a la renovación del acuerdo nuclear no son obvias, Teherán no está listo para provocar que la Casa Blanca abandone la idea misma de normalizar el proceso de negociación.

Irán desarrolló rápidamente una comprensión fundamental de la conveniencia de responder al ataque terrorista. Debido a esto, es posible determinar los escenarios probables según los cuales puede desarrollarse la reacción iraní. En el primer escenario, se suponía que iba a infligir un ataque con misiles inmediato sobre objetivos estratégicos ubicados en Israel. Los apologistas de este punto de vista creen que cualquier retraso puede crear una sensación de impunidad en el liderazgo israelí, lo que desencadenará nuevos crímenes contra el régimen de Ayatollah. Además, una reacción tardía podría crear una base para la intervención de los aliados de Israel: Arabia Saudita y Estados Unidos, que, con un alto grado de probabilidad, planean atacar objetivos iraníes, principalmente en Siria, Irak y Líbano.

Mientras tanto, el presidente iraní, Hassan Rouhani, es partidario de una política de moderación. Y esta posición es actualmente dominante entre el establishment iraní, cuyos representantes no rechazan la venganza, sino que insisten en esperar el momento adecuado en el que Israel y sus aliados serán más vulnerables.

En línea con la política de moderación, Tel Aviv, Riad y la administración de Donald Trump ahora están decididos a repeler cualquier ataque iraní, provocando así un gran conflicto regional. En este sentido, una respuesta inmediata habría dejado al régimen de Ayatollah en una trampa. Y para evitar esto, Hassan Rouhani insta a sus seguidores a esperar el momento oportuno para vengarse y atacar cuando nadie lo espera. En este sentido, apuntó que “la guerra y el enfrentamiento militar directo será la última opción a la que pueda recurrir la República Islámica en los próximos meses, a la espera de que Biden asuma la presidencia de Estados Unidos. Desde este punto de vista, Teherán está tratando de mostrar que la razón de su paciencia no es la falta de voluntad y capacidad de reacción, sino la anticipación del fin de la era Trump «.

Cabe señalar que la respuesta de Teherán puede llevarse a cabo mediante el uso del movimiento libanés Hezbollah o mediante la activación del Frente de Resistencia Palestina en la Franja de Gaza. Sin embargo, en cualquier caso, es poco probable que la prisa por tomar una decisión contribuya a la victoria iraní. Al menos cuando se usa cada archivo regional, el régimen ayatolá necesita desarrollar cuidadosamente un plan para una operación militar, determinar una estrategia, seleccionar recursos técnicos y políticos, ya que una rápida victoria en el Líbano o la Franja de Gaza podría resultar en una rápida derrota para Teherán en Irak y Yemen, donde Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel tiene una tremenda influencia.

Entre otras cosas, actualmente hay una serie de circunstancias internas en Irán que impiden una respuesta inmediata contra Israel y sus aliados. Esto se refiere, en primer lugar, a las actividades de la organización terrorista de los muyahidines del pueblo iraní, cuyos seguidores pueden actuar en interés de Tel Aviv.

Ciertamente, Teherán es capaz de asestar un golpe aplastante a los terroristas, acusándolos de alta traición y condenándolos a muerte. Sin embargo, además de la Organización de Muyahidines del Pueblo Iraní, hay otros grupos de oposición interna que plantean un problema para el régimen de Ayatollah. Por lo tanto, los árabes de Akhvaz y los turcos de Tabriz pueden obstaculizar la implementación de la campaña antiisraelí. 

En este sentido, Teherán debe responder no solo a los rivales regionales, sino también a los enemigos internos que Israel puede utilizar con fines delictivos.

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