El estado de ánimo entre la UE y Gran Bretaña se torna gris: las negociaciones sobre el paquete comercial posterior al “brexit” siguen estancadas y amenazan con fracasar.
El domingo por la noche, se difundió repentinamente la noticia de que los negociadores del «brexit” habían llegado a un acuerdo sobre el tema de la pesca. Pero no era cierto. Para los que observan desde hace mucho tiempo el drama del «brexit” estaba claro: el acuerdo sobre la pesca solo llegará al final. Esa es la última carta sobre la mesa.
El estancamiento permanece
El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, había hablado la noche del domingo con su homólogo británico David Frost. Y el lunes por la mañana, Barnier informó a los embajadores de la UE, los representantes de los Estados miembros en Bruselas, sobre la situación. La conclusión fue: las conversaciones siguen estancadas.
«La evaluación de Barnier sobre la situación es desalentadora», declaró posteriormente el ministro de Relaciones Exteriores irlandés, Simon Coveney, a la cadena RTE. «Él es muy cauteloso. No está claro si avanzaremos hoy. Realmente no hubo ningún progreso ayer, así que hoy tenemos que intentarlo nuevamente», agregó.
La Ley de Mercado Interno del Reino Unido
La situación se complica aún más con la agenda de la Cámara de los Comunes británica: por la tarde se pusieron dos propuestas sobre la mesa. Incluida la controvertida Ley del Mercado Interno. Ambos proyectos de ley frustran el acuerdo de salida entre la UE y el Reino Unido, de enero de 2020. En la primera lectura en otoño, un ministro admitió sin tapujos que se planeaba romper un tratado internacional. Y el reglamento sobre el tráfico fronterizo libre entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, un acuerdo política e históricamente extremadamente delicado, quedaría sin efecto.
Esta es también una de las razones del lento curso de las conversaciones, porque los europeos ya no confían en la lealtad británica a los tratados. Los diplomáticos asumen que cualquiera que esté dispuesto a romper un tratado podría también considerar el acuerdo comercial como nada más que papel impreso. Por lo tanto, ahora están tratando de concretar los acuerdos con cláusulas penales, además de todos los medios legales.
Póker con incumplimiento de contrato
Londres anunció el fin de semana que si se llegaba a un acuerdo en las conversaciones comerciales con la satisfacción de ambas partes, el gobierno estaría dispuesto a eliminar las cláusulas polémicas de la ley. Pero este tipo de presión no fortalece necesariamente la buena voluntad de los estados miembros de la UE.
«No veo, incluso si hay un acuerdo, cómo podemos ratificar un acuerdo cuando Gran Bretaña usa dos leyes para romper el acuerdo de salida, que ni siquiera tiene doce meses», dijo el ministro de Relaciones Exteriores irlandés. Asimismo, el Parlamento Europeo ya había declarado categóricamente hace semanas que si entra en vigor la denominada Ley del Mercado Interno, no ratificará un acuerdo comercial.
Maros Sefkovic y Michael Gove, que son los representantes de ambas partes para la implementación de las reglas para Irlanda del Norte, también participan en las reuniones en Bruselas. Tres semanas antes del final del período de transición, los preparativos para la circulación de mercancías todavía no parecen haberse aplicado plenamente allí.
La soberanía es el problema
Las negociaciones siguen centrándose en tres temas controvertidos: la competencia leal, el control del acuerdo comercial y también, en última instancia, sobre la pesca. En el llamado «level playing field», la UE quiere protegerse de ser socavada por competidores británicos con estándares de producción más bajos en el futuro. Parecía estar cerca de alcanzarse un acuerdo cuando, a finales de la semana pasada, Francia, los Países Bajos y otros alzaron la voz: París advirtió que no se hicieran demasiadas concesiones, pues se lamentaría más tarde a medida que Gran Bretaña se aleje cada vez más de la UE.
El problema en el centro de la disputa es que para el Gobierno de Londres, el verdadero propósito del «brexit” radica en la «soberanía» y la plena libertad para establecer sus propias reglas. Los expertos en comercio como David Henig, del proyecto de política comercial del Reino Unido, dejan claro, sin embargo, que los acuerdos comerciales siempre significan una restricción de la soberanía: «Los contratos comerciales modernos establecen las reglas según las cuales dos o más países realizan el comercio». Es un error fundamental del gobierno británico, según Henig, ignorar este hecho.
Además, se trata de controlar el acuerdo: la UE quiere poder reaccionar con la mayor agudeza posible si los británicos no cumplen con el acuerdo comercial, es decir, si reducen los estándares o apoyan a sus empresas con ayudas estatales no autorizadas. Se están debatiendo los aranceles punitivos inmediatos y las sanciones legales. Hasta ahora, la parte británica ha rechazado estas demandas.
Y el último problema es la pesca: ¿cuánto acceso tendrán los pescadores de la UE a las aguas británicas en el futuro? ¿Cuánto tiempo dura un posible período de transición y cuáles son las cuotas para determinados caladeros? Estas preguntas tienen que ser resueltas.