Mientras China afianza su liderazgo, Europa no logra ni movilizar los 1,8 billones previstos para salir de la crisis del coronavirus.
El objetivo de una Unión Europea (UE) próspera y geopolítica ha chocado esta semana con la realidad. Lejos de las ambiciones de gran potencia, las contradicciones internas impiden a la UE movilizar los 1,8 billones de euros previstos para impulsar la salida de la crisis del coronavirus, bloqueados por dos estados embarcados en una deriva autoritaria —Hungría y Polonia- que viola los principios democráticos exigidos en los tratados europeos. «Hungría y Polonia no podrían entrar ahora en la UE», porque no reúnen los criterios democráticos mínimos para la adhesión, señala Brigid Laffan del Instituto Universitario Europeo.
La UE tampoco ha sido capaz esta semana de afianzar la estabilidad en los Balcanes, ofreciendo nuevas oportunidades para la interferencia de Rusia y Turquía y para el reforzamiento de la influencia de China. El prometido inicio de las negociaciones de adhesión con Macedonia del Norte, demorado ya varias veces este año, ha sido bloqueado ahora por Bulgaria con motivos espurios y electoralistas. Bulgaria rechaza que se reconozca al macedonio como lengua y exige que Skopie acepte la interpretación búlgara de la historia balcánica en los siglos XIX y XX.
Resulta revelador sobre las carencias de la UE que la estabilidad balcánica sea puesta en peligro por Bulgaria, el país que es el epítome de la corrupción en la UE, debido a la laxitud de la Comisión Europea y de los líderes de los demás estados y a la protección de que goza su Gobierno por parte de los democristianos de la cancillera alemana, Angela Merkel.
China, en contraste, aumentará el 2,1% su PIB este año pese a la pandemia y su economía crecerá casi el doble que la UE el periodo 2021-2022, indica la Comisión Europea. Esto permitirá a China superar definitivamente el PIB de la UE en términos nominales, relegando a la potencia económica europea al tercer lugar del ranking mundial.
Esfuerzo de inversión pública
La salida de la crisis en la UE requiere un decidido y sostenido esfuerzo de inversión pública para impulsar la actividad económica y compensar la debilidad del consumo y la inversión privada y el aumento del desempleo, subraya Lagarde. La recuperación sólo puede lograrse mediante una «ambiciosa y coordinada» política de inversión pública, insiste Lagarde. Por ello, el fondo de recuperación de la UE debe ser operativo «cuanto antes», señala Lagarde, ya que es esencial para que los países con menor capacidad presupuestaria, como España e Italia, puedan ampliar su inversión.
El bloqueo del fondo de recuperación y del paquete presupuestario evidencia las debilidades de la UE. Los líderes de los Veintisiete incluso evitaron discutir en profundidad sobre ese bloqueo en la vídeocumbre del 19 de noviembre. La pasividad durante una década ante el desmantelamiento de las reglas democráticas y la instauración de un régimen autoritario en Hungría pasan ahora factura a la UE en una situación socioeconómica extremadamente frágil y potencialmente desestabilizadora.
Desigualdad social
Pese a las ayudas públicas, la pandemia ha acentuado la desigualdad social en la UE, con una caída de ingresos y el empobrecimiento de amplias capas de la población. El 57% de los ciudadanos de la UE y el 68% de los españoles ha sufrido dificultades económicas desde el inicio de la pandemia, según el estudio que acaba de publicar el Parlamento Europeo. El 27% de los europeos y el 42% de los españoles han sufrido una pérdida neta de ingresos este año, detalla el estudio.
Mientras la UE está paralizada y debilitada, sin poder movilizar ni los fondos previstos para su propia reactivación, China acaba de liderar la creación en Asia-Pacífico de la zona de libre comercio más grande del mundo. Pekín ha sumado al acuerdo a Japón, Corea del Sur, Australia y otros 11 estados, que han aparcado sus diferencias políticas para impulsar su desarrollo económico.
Los 15 países del Partenariado Regional Económico Global (RCEP) representan el 30% de la economía mundial y el 29% de la población del planeta. La UE, por su parte, ya sólo suma el 18,6% del PIB mundial y el 5,9% de la población.