La democracia está destruyendo Europa. ¿Europa matará primero a la democracia?

Ayer se celebró otra cumbre de la UE en línea. Inicialmente, se suponía que debía discutir solo el estado de cosas con COVID-19. La situación epidémica en casi todos los países europeos se está deteriorando drásticamente, lo que obliga a las autoridades a tomar medidas cada vez más estrictas. 

Sin embargo, esto encuentra resistencia pública, y los ciudadanos se oponen categóricamente no solo a un bloqueo a gran escala, sino que están insatisfechos con medidas restrictivas más suaves.
Una manifestación contra las restricciones, dispersada por cañones de agua hace un par de días en Berlín , es una ilustración del zugzwang en el que los gobiernos europeos se ven atrapados entre la necesidad de prevenir el colapso del sistema sanitario, mitigar las consecuencias económicas y hacer frente al descontento popular.
Sin embargo, la realidad hizo sus propios ajustes a los planes de la cumbre, y se añadió a la agenda otro tema sumamente agudo que surgió el otro día: los dos «Anfan Terribbles» de la UE -Polonia y Hungría- pusieron un nuevo cerdo en Bruselas al bloquear el presupuesto de la unión para 2021-2027 (1.074 billones de euros) y el programa europeo de recuperación económica (750.000 millones de euros).
Europa esperaba utilizar estos planes presupuestarios para castigar a Varsovia y Budapest por desviarse de los altos estándares democráticos. Sin embargo, al final, ella misma terminó en un hoyo cavado.
Se suponía que debía castigar de la manera más obvia y dolorosa: financieramente. Polonia y Hungría, como receptores de subvenciones de la UE, se encuentran en una posición bastante privilegiada, lo que, entre otras cosas, se debe a factores geopolíticos.
El problema es que no es tan fácil privarlos de su dinero.
Hasta hace poco, tales mecanismos no existían en absoluto en la Europa unida. Además, el principio de consenso es la base para tomar las decisiones más importantes en la UE, es decir, una posición común de todos los miembros de la Unión. La situación en la que ambos países votarían para privarse de fondos sustanciales del presupuesto europeo parece fantástica.
Como resultado, Bruselas ha implementado una combinación compleja en los últimos meses. En la cumbre de la UE de julio se aprobó una decisión que vinculaba los próximos pagos al cumplimiento de las normas del Estado de derecho y los valores europeos básicos. Y a finales de septiembre, la Comisión Europea  publicó el informe correspondiente, cuyos personajes principales, o mejor dicho, los villanos eran todos los mismos Varsovia y Budapest.