La cifra récord de personas a nivel mundial que pasaban hambre y de quienes habían abandonado sus hogares, tanto desplazados internos como migrantes, que había antes de la pandemia de coronavirus va a aumentar ya que el impacto socieconómico empujará a más personas a tener que trasladarse para poder sustentar a sus familias.
En 2019, en el mundo había 272 millones de migrantes internacionales y refugiados, frente a los 174 millones de 2000, lo que representaba el 3,5 por ciento de la población mundial. De ellos, más de 164 millones eran trabajadores migrantes, la mayoría de los cuales trabajaban en la economía informan en los países de acogida.
En un informe conjunto el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alertan de que la pandemia ha provocado un aumento de la inseguridad alimentaria y así como de la vulnerabilidad de los migrantes, de las familias que dependen de la remesas y de los desplazados por conflictos, violencia y desastres.
«El impacto socioecómico de la pandemia es más devastador que la propia enfermedad», resume el director ejecutivo del PMA, David Beasley. Ambas agencias inciden en que el impacto que el coronavirus ha tenido en la forma en que se mueve la gente no tiene precedentes.
Las medidas y restricciones adoptadas en todo el mundo han limitado la movilidad humana, las oportunidades de empleo y de tener un ingreso, reduciendo la capacidad de migrantes y desplazados de poder cubrir sus necesidades alimentarias y básicas.
Según las estimaciones del Banco Mundial, las remesas caerán un 14 por ciento en 2021. Como consecuencia de ello, el PMA prevé que para finales del próximo año al menos 33 millones de personas más podrían verse empujadas a pasar hambre solo debido a este factor.
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