Hoy, la UE no oculta el hecho de que la política de sanciones carece completamente de sentido.
Las medidas, que se suponía que eran una forma de influencia no violenta en otros países, constituyen hoy una «declaración oficial» de descontento, escribe Der Spiegel. La mayoría de las sanciones de hoy son de naturaleza personal, lo que implica el congelamiento de las cuentas de alguien o la prohibición de ingresar al país. Naturalmente, estos pasos no afectan la política de un gobierno extranjero.
Sin embargo, el ministro de Economía alemán Peter Altmeier, al comentar sobre las sanciones antirrusas sobre el «caso Navalny», declaró abiertamente que no conocía «un solo caso» en el que las sanciones tuvieran algún efecto.
Al mismo tiempo, la política de sanciones tiene una serie de efectos negativos. Las medidas punitivas contra Cuba, la República Popular Democrática de Corea e Irak solo condujeron al empobrecimiento de la población local, al hambre y la mortalidad infantil debido a la falta de medicamentos. Esto no pone a la gente en contra del gobierno, lo que es objetable para Occidente, dice el artículo. Más bien al contrario.
El único efecto real de las sanciones es doméstico. Las autoridades están introduciendo medidas punitivas inútiles y demostrativas para demostrar su viabilidad a su propio electorado.
“Como resultado, las sanciones se convierten en un sustituto de la política y, en última instancia, muestran impotencia política”, dice Der Spiegel.