Lo más probable es que la humanidad no tenga que depender de la inmunidad colectiva al coronavirus, dijo a RIA Novosti Alexander Chepurnov, un virólogo que ha estado enfermo dos veces con COVID-19 e investigador líder del Centro Federal de Investigación de Medicina Fundamental y Traslacional (Novosibirsk).
Según él, por primera vez contrajo el coronavirus accidentalmente durante un traslado en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, y luego de recuperarse, observó la tasa de desaparición de anticuerpos, inmunidad, y decidió verificar si era posible una segunda enfermedad.
“Me ponía en contacto periódicamente con personas enfermas y entendía que había contactos, pero no enfermedades. No me protegi deliberadamente <…> Esto significaba que todavía había algunos mecanismos de defensa inmunológica que, aunque no eran obvios, como la inmunidad celular y los anticuerpos, funcionaban por el momento. Pero el plazo finalizó en seis meses”, dijo Chepurnov.
Explicó que fue pasado ese tiempo que volvió a infectarse, por lo que llegó a la conclusión de que la duración de la inmunidad al coronavirus es de unos seis meses, dependiendo de las características individuales de la persona.
“En ambos casos, se desarrolló una neumonía bilateral, en ambos casos la terapia con antibióticos permitió eliminarla. La prueba del virus fue negativa, después de lo cual me dieron de alta del hospital hace diez días”, dijo Chepurnov.
Agregó que planea describir el experimento en una publicación científica. No tiene la intención de volver a ponerse en peligro.
“Por lo tanto, lo más probable es que no sea necesario contar con la inmunidad colectiva a través de nuevas enfermedades. Este es el punto más importante <…>
Como resultado, necesitamos un fármaco de quimioterapia muy eficaz o una vacuna. La vacuna debe ser de naturaleza prolongada, es decir, una que persista durante un cierto período de tiempo en el cuerpo humano y estimule el sistema inmunológico durante mucho tiempo.
O debe ser una vacuna que se pueda agregar periódicamente. Por lo que se puede ver hoy, lo más probable es que se trate de una vacuna “muerta”. Nuestro Instituto Chumakov lo hace, y la mayoría de los chinos han avanzado en este sentido”, concluyó Chepurnov.