El presidente de Kirguistán, Sooronbay Jeenbekov, quien recibió una garantía de inmunidad, prometió renunciar dentro de los tres días posteriores a la entrada del país en el marco legal, declarando el estado de emergencia en Biskek, la capital del país. Algunos datos sugieren que está bajo la protección de la policía rusa.
Biskek confía en que la participación de Rusia ha hecho posible evitar otra «revolución de color» y una división entre el norte y el sur, informa Nezavisimaya Gazeta. La creación de un gobierno interino encabezado por Sadyr Zhaparov, un político que fue liberado de la cárcel antes del final de su condena, también se ha hecho posible con la mediación de Moscú. Mientras tanto, el ex presidente Almazbek Atambayev volvió a la cárcel una vez más.
Durante una sesión del parlamento, se aprobó el programa de Zhaparov que describe la salida del país de la crisis actual. El nuevo programa no difiere mucho de la política de Jeenbekov, y los parlamentarios locales señalan que el primer ministro interino es el protegido de Jeenbekov, señala el documento.
Los expertos legales están preocupados por la posible renuncia de Jeenbekov. En este caso, Zhaparov se convertirá en jefe de estado interino y se deben celebrar elecciones presidenciales dentro de los tres meses posteriores a la renuncia del presidente. Sin embargo, los expertos señalan que celebrar una nueva elección no sería apropiado debido a la falta de fondos presupuestarios y la pandemia del COVID-19 en curso.
El analista político Mars Sariyev dijo a Nezavisimaya Gazeta que Zhaparov es puramente un primer ministro interino y que no tiene derecho a competir por la presidencia o incluso a postularse para un escaño en el parlamento. «Si logró devolver al país a su marco legal, será elogiado como el ganador, y pasará a la historia de Kirguistán como el político que logró evitar una ruptura y una guerra civil en el país. Además, no tendrá que regresar a prisión y cumplir el resto de su sentencia, que es de ocho años», señaló Sariyev.