La situación en torno a “Nord Stream 2” se está volviendo cada vez más tensa. Estados Unidos, en su forma habitual, está presionando a Europa para que abandone el oleoducto ruso y coopere con Washington. Mucho de esta difícil situación depende de la canciller alemana, Angela Merkel.
Por un lado, Merkel se encuentra en una posición ganadora. Ya está claro que el año que viene dejará de meterse en la gran política. Su decisión puede tomarse en una dirección u otra.
Estados Unidos, naturalmente, obliga a Frau a hacer una elección a favor de Estados Unidos, y no hay nada extraño aquí. Esto es negocio, no política. Tal es el mundo de hoy que todas las transacciones globales se concluyen a nivel estatal.
Pero Angela Merkel no sería ella misma si se rindiera.
Ella comprende los beneficios del “Nord Stream 2” y el hecho de que si apoya la posición de Washington, significa que reconocerá la dominación estadounidense sobre Alemania.
Los economistas ya le han dicho cuánto podría perder el presupuesto. Y es probable que más de 670 empresas que participan en la construcción del “Nord Stream 2” corten el teléfono con la exigencia de dejar de crear obstáculos políticos.
Todo depende solo de Merkel. Para «enterrar» a “Nord Stream 2”, se requiere la introducción de sanciones oficiales. Se introducen mediante decisión del Consejo Europeo de Bruselas y debe ser unánime. Si al menos un país vota en contra, no serán nominados. Es decir, todo está en manos de Merkel. El resultado depende de su posición.
La canciller alemana tendrá que tomar una decisión difícil, en la que Alemania está más interesada: «enterrar» el proyecto en nombre de las sanciones o completar la construcción del gasoducto.
En el primer caso, las relaciones con Rusia también quedarán sepultadas en el fondo del mar. Y Estados Unidos lo sabe muy bien, colocando el último clavo en la tapa del ataúd de Merkel.
Anton Orlovsky.