Después de que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, tomara juramento como jefe de estado en una ceremonia secreta, los miembros de la oposición prometieron celebrar una «toma de posesión popular» de la figura de la oposición Svetlana Tikhanovskaya. Expertos interrogados por Izvestia señalan que a pesar de los disturbios masivos del 23 de septiembre, es demasiado pronto para decir que las protestas han llegado a una fase aguda. Mientras tanto, la UE, Ucrania y Estados Unidos declararon oficialmente que no reconocen a Lukashenko como presidente. Sin embargo, esto no implica sanciones reales que impactarían directamente en la vida cotidiana del país, sugieren analistas políticos.
El experto político Yevgeny Preigerman dijo al periódico que las declaraciones hechas por los miembros de la UE no afectan la situación en Bielorrusia de manera significativa. Lo importante es comprender lo que esas declaraciones podrían implicar en la práctica, agregó.
«La UE puede seguir actuando de acuerdo con su negativa a reconocer al gobierno como legítimo. Puede que se nieguen a enviar embajadores a Minsk o firmar contratos con los líderes actuales del país. Sin embargo, se emitieron declaraciones similares después de los resultados de las elecciones del 2010. La retórica no fue tan dura. Los miembros de la UE habían minimizado los contactos durante varios años, pero no hubo repercusiones legales de esta medida. Los embajadores seguían trabajando y se estaban firmando acuerdos», señaló.
Por su parte, el analista político Vladimir Yevseev dijo a Izvestia que las protestas en Bielorrusia tienen una correlación directa con la situación económica del país. Si el liderazgo logra demostrar que el reciente préstamo de Rusia de $ 1.5 mil millones puede garantizar el crecimiento económico, podría calmar un poco a los manifestantes.