Las protestas se han desatado en varias ciudades de Libia durante casi una semana, envolviendo tanto el oeste como el este del país devastado por la guerra. Los activistas exigen la dimisión de sus líderes, tanto Fayez al-Sarraj, primer ministro del “Gobierno de Acuerdo Nacional”, como DE Khalifa Haftar, comandante del Ejército Nacional Libio (ENL). El malestar popular es un factor impredecible en el equilibrio de poder en Libia, escribe Kommersant. La situación puede salirse del control de las autoridades en ambas partes del país y perturbar los planes de los mediadores internacionales, que buscan reconciliar los campos hostiles.
Las protestas del domingo en Trípoli se transformaron en enfrentamientos: hombres desconocidos vestidos con camuflaje militar abrieron fuego contra los manifestantes. Según Amnistía Internacional, seis personas han desaparecido. Las redes sociales libias dicen que las estructuras vinculadas al Ministerio del Interior estaban detrás de los arrestos y disparos.
Kirill Semenov, un experto del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, le dijo a Kommersant que estos cuatro grupos se reparten el poder entre ellos en Trípoli y que formalmente todos forman parte del Ministerio del Interior, pero que cada uno juega su propio juego. Sin embargo, muchos libios culpan personalmente al ministro del Interior del “Gobierno de Acuerdo Nacional” libio (“GAN”), Fathi Bashagha. Además, circulan rumores en las redes sociales de que las fuerzas de seguridad utilizaron mercenarios sirios que Turquía envió anteriormente para luchar contra el ENL, para sofocar las protestas. Las autoridades culpan a los «provocadores» de disparar contra los manifestantes.
Este levantamiento popular es una situación alarmante, que exige decisiones urgentes tanto de al-Sarraj como de Haftar. A pesar de las diferencias políticas y las diferentes manifestaciones de protestas según la región, las razones clave del descontento son las mismas en todo el país, dijo al periódico Jalel Harchaoui, investigador sobre Libia del Instituto de Relaciones Internacionales Clingendael, con sede en Holanda. Según él, las manifestaciones podrían alterar el equilibrio de poder en Libia, especialmente si se intensifica la represión.