Estados Unidos, a la deriva en política exterior


La retirada de Estados Unidos de acuerdos internacionales como el Transpacífico de Cooperación Económica, el de Cambio Climático de París y el nuclear con Irán, sólo reduce su influencia y credibilidad en el mundo, según expertos y reconocidos analistas.

Esa es una de las valoraciones vertidas por Robert A. Manning, miembro prominente del Centro Brent Scowcroft de Estrategia y Seguridad del Consejo Atlántico y del Grupo de Futuros Estratégicos del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC) de 2008 a 2012, en el artículo de opinión ‘La tragedia de la política exterior de Trump’, publicado en el diario The Hill.

El analista estima que el mandatario llegó al poder en 2016 con un presunto interés en cambiarlo todo, hacer ‘mejores acuerdos’ pero, hasta ahora, en sus acciones solo se observa la ausencia de alternativas sólidas que pueden llevar a consecuencias preocupantes, no deseadas, para los estadounidenses.

Las repetidas amenazas de imponer aranceles y sanciones a los aliados europeos desgarraron el tejido de las relaciones transatlánticas y movió a Europa a políticas más independientes, estimó.

Señala el también exmiembro del personal de planificación de políticas del Departamento de Estado de 2004 a 2008, que una de las razones por las que las tácticas de Trump demostraron ser contraproducentes es la arrogancia de sobreestimar el poderío americano y la influencia global en un mundo multipolar.

Opinó Manning que imponer la ‘máxima presión’ sobre Irán, Venezuela y la República Popular Democrática de Corea, entre otros, sólo produjo estancamientos, mientras algunos analistas consideran que Washington necesita de una nueva política exterior.

En las relaciones con el exterior, marcadas por aranceles y sanciones unilaterales, entre otras, el diseño de Trump y sus asesores hace más daño que bien, consideró el experto.

En las valoraciones de Manning hay un gran peso en la política de la Casa Blanca hacia China, que pie firme resiste presiones, mientras Washington no cede en las negociaciones para un acuerdo justo.

Mientras tanto, los chinos simplemente han llenado el vacío a expensas de los fracasos de la política exterior de Estados Unidos. ‘Debería ser obvio que no se puede vencer algo con nada. Y en demasiados casos, Trump sabía a lo que se oponía, pero no lo que sería una alternativa viable’, subrayó.

Otros analistas como Allan Lichtman, profesor de la American University, quien predijo la victoria de Trump en 2016, llaman la atención sobre que el presidente no tuvo ningún éxito importante en el extranjero o en el ámbito militar, algo que contará en las urnas este año y es una clave al pronosticar, esta vez, su derrota en noviembre.

Algunos renombrados expertos hablan ahora de la necesidad de una ‘nueva política exterior’ para el país, entre estos William J. Burns, presidente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional y quien anteriormente se desempeñó como Secretario de Estado Adjunto.

Burns opinó en un reciente artículo que ‘estamos siendo testigos del último suspiro de la primacía americana, el equivalente al ‘momento Suez’ de Gran Bretaña de 1956′.

Otros analistas argumentan, sostuvo Burns, que Estados Unidos, el principal impulsor del orden internacional posterior a la Guerra Fría, está temporalmente incapacitado, con un presidente borracho al volante.

Mañana, puntualizó, un operador más sobrio puede restaurar rápidamente el liderazgo de su país, lo cual hace suponer que por la incompetencia del actual no amerita mantenerlo en el comando en Washington luego del próximo noviembre.

Burns planteó que hay muchas cosas que no se saben sobre la Covid-19 y sus efectos en el escenario internacional pero, acentuó, lo que ‘sí sabemos, sin embargo, es que nos hemos adentrado en uno de esos raros períodos de transición, con el dominio americano en el espejo retrovisor (detrás) y un orden más anárquico que se avecina vagamente’.

Indicó que a pesar de los efectos de la pandemia en el mundo y en la economía, antes de que el coronavirus llegara el orden internacional liberal construido y dirigido por Washington se estaba volviendo menos liberal, menos ordenado y menos americano. La Covid-19 agravó esa tendencia y las condiciones preexistentes.

El directivo de la Fundación Carnegie abordó en sus comentarios las posiciones en esos escenarios tanto de Rusia como de China, y los desafíos que esos países representan para la preponderancia estadounidense, y también la situación de Europa, puesta a prueba con el Brexit. Además, aseguró, la OTAN está a la deriva, algo agravado por las presiones de la Casa Blanca para que pague más y haga más con menos voz.

Burns, por otro lado, opinó que la inminente anexión de Israel a la Ribera Occidental amenaza con enterrar una solución de dos Estados, y en ese escenario como en otros, se observa la mano de Washington empeñada en crear más tensiones y lograr éxitos con su fracasada política de ‘máxima presión’.

Al abordar otros escenarios donde es evidente el retroceso, el exsecretario de Estado habló de la ‘decadente política exterior estadounidense’, sostuvo que América Latina exhibe ahora al mayor declive económico de la historia de la región, mientras que África, con sus ciudades en crecimiento y enormes inseguridades en materia de alimentos, agua y salud, se enfrenta a mayores riesgos que quizás cualquier otra parte del mundo. Tanto para Burns como para otros expertos, ahora estamos viviendo la peor intersección entre el hombre y el momento en la historia americana. ‘America First’ realmente significa ‘Trump first’, América sola, y los americanos por su cuenta, o lo que es lo mismo una política exterior quebrada.

Ante esto, subrayó, ‘no es difícil persuadir a muchos norteamericanos -luchando por los costos humanos y económicos de la pandemia, dolidos por las heridas abiertas de nuestras divisiones raciales, y dudosos sobre el poder y la promesa de la idea americana- para que levanten nuestros puentes levadizos nacionales y los reduzcan’.

Al abordar la necesidad de una ‘reinvención’ de la política exterior estadounidense, tal vez pensando en el caos causado por el actual gobierno, el exsecretario de Estado puntualizó que ‘la administración Trump ha hecho más daño a los valores, la imagen y la influencia americana que cualquier otra en mi vida’.

Armada con un claro sentido de las prioridades, subrayó, la próxima administración (no la de Trump) tendrá que reinventar las alianzas y asociaciones de Estados Unidos y tomar algunas decisiones difíciles y tardías sobre los instrumentos y las condiciones de participación de Washington en todo el mundo.

En resumen, opinan comentaristas políticos internacionales, la Casa Blanca pudiera estar guiada por un timonel sobrio que haga de la diplomacia una herramienta alejada de políticas de máxima presión, aplicadas hoy contra Irán, Venezuela, Cuba y otras naciones que hacen valer sus derechos de decidir el rumbo a seguir, defienden la soberanía y ven al resto del mundo como iguales.

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