Vladimir Putin ha aparecido como James Bond en la portada del periódico francés Liberation. Pero la historia, titulada «El mañana nunca muere», no enalteció a los científicos rusos que desarrollaron la primera vacuna contra el coronavirus del mundo.
A diferencia del espía británico ficticio, que siempre llevaba una pistola, Putin fue fotografiado armado con una jeringa que supuestamente contenía la vacuna pionera contra Covid-19. El virus, que claramente tiene «una licencia para matar», ya ha causado más de 740.000 muertes en todo el mundo, sin mencionar una recesión económica, y varios países se han apresurado a conseguir una vacuna que funcione.
El titular del artículo coincidía notablemente con el título de la película de Bond de 1997 «El mañana nunca muere», protagonizada por Pierce Brosnan, pero las similitudes terminaban ahí, ya que obviamente no pintaba a Putin como el salvador de la humanidad encerrada.
En cambio, el artículo criticaba a Moscú por ser «irresponsable» por lanzar una vacuna «apresurada», un giro consistente con la línea adoptada en otros informes franceses y por los medios occidentales en general.
Today's @libe on Vladimir Putin's announcing a Russian anti-#Covid vaccine. 'Tomorrow never dies', says the headline, quoting a #JamesBond movie. I'd rather freak out than be reassured looking at that syringe. #coronavirus #COVID19 pic.twitter.com/CSUWkMCUWL
— Gian-Paolo Accardo 🇪🇺🇺🇦🇬🇪 (@gpaccardo) August 12, 2020
La vacuna ‘Sputnik V’ fue aprobada por el Ministerio de Salud de Rusia el martes, después de haber pasado todas las pruebas requeridas por la nación. Cuando Putin presentó la vacuna a los medios, reveló que su propia hija fue una de las primeras en recibir una inyección.
Sin embargo, el registro de la vacuna no es el final del proceso de prueba, y miles de voluntarios pronto recibirán el pinchazo en Rusia y en el extranjero para estudiar sus efectos.
Si bien el Sputnik V se ha enfrentado a un prejuicio extremo en Occidente, Rusia ya ha recibido pedidos de la vacuna de al menos 20 países. El ministro de Salud de Rusia, Mikhail Murashko, calificó la reacción de los medios de comunicación como un intento premeditado de desacreditar a un competidor que pasó al frente del grupo