Médicos de Cuba se internan mar adentro por la salud en Venezuela


Largas distancias atraviesan diariamente en embarcaciones marítimas un grupo de colaboradores de la misión médica cubana en Venezuela, para brindar servicios de salud en comunidades costeras de difícil acceso.

Desde Cumaná, capital del estado nororiental de Sucre, los galenos navegan las aguas del golfo de Cariaco hasta Araya, pueblo ubicado en el sector más occidental de la península de igual nombre, donde se encuentra un Centro de Diagnóstico integral (CDI).
Existe una vía terrestre para llegar desde su lugar de residencia hasta donde laboran los profesionales de la isla, ‘pero el trayecto es muy largo y peligroso’, relata el especialista en Medicina General Integral Alieski Cruz en entrevista con Prensa Latina.

‘Ya sea en barcos, lanchas rápidas o botes de madera con motores, conocidos como tapaítos y encargados de la trasportación de pasajeros, nos trasladamos de lunes a domingo para asistir a los pacientes venezolanos’, afirma el joven doctor de 31 años.

Además del desafío diario de cruzar el mar para salvar vidas en tiempos de Covid-19, la fuerza médica cubana, de conjunto con las autoridades sanitarias locales, cumple el reto de realizar pesquisas en los pequeños y recónditos asentamientos poblacionales ubicados en las costas de la península, para identificar las zonas y los pacientes de mayor riesgo.

Comenzamos por las zonas más apartadas, en un territorio semidesértico y de difícil acceso, mediante extensas travesías por el mar en botes, caminatas, cruce de ríos o varias horas por carretera, para visitar cada vivienda, narra el galeno, quien funge como director del CDI Araya.

Además de dirigir el proceso de pesquisaje masivo por la pandemia, el especialista cubano lidera equipos de trabajo dentro del área de atención a pacientes enfermos de coronavirus, la denominada zona roja, y vela por la protección del cuerpo de salud, mediante el cumplimiento de estrictas normas de bioseguridad, y en estrecha cooperación con los profesionales venezolanos de la salud.

Durante cuatro años de misión internacionalista en la nación sudamericana, el galeno graduado en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, acumula experiencias e historias, unas más y otras menos placenteras, que marcan su trayectoria de trabajo.

‘Con valentía y tenacidad, nos enfrentamos a situaciones complejas, como partos extrahospitalarios, atención a pacientes con herida de armas de fuego, que siempre supone estados de tensión para el equipo, o el tratamiento a enfermedades erradicadas en Cuba’, precisa el doctor Cruz.

Desde el ámbito profesional, el desempeño como médico comunitario junto al reto de asumir, posteriormente, el liderazgo en los campos docente y asistencial, aportan conocimientos y vivencias únicas al galeno cubano, quien muestra su satisfacción por cumplir con el noble propósito de brindar salud a un pueblo hermano.

‘Aun cuando me resta poco tiempo de trabajo en este país antes de regresar a mi amada isla, me siento feliz de llevar la medicina cubana a lugares apartados de la geografía venezolana, donde la presencia de un médico es escasa, y orgulloso de haber salvado tantas vidas’, destaca.

A mediados de 2016 cuando arribé a Venezuela, me preguntaba si lograría llegar al final y aquí estoy; esta misión me enseña cada día a amar aún más a mi país, a valorar todo lo que somos y tenemos, subraya el médico del oriente de Cuba, uno de los más de 21 mil colaboradores que prestan servicios en el hermano país.

RETO AL MAR

Mareos y náuseas sintió la enfermera Yonelis García en sus primeras travesías por el golfo de Cariaco, cuando una semana después de llegar a Venezuela en junio de 2019, la asignaron para trabajar en el CDI Araya, en la península nororiental del estado Sucre.

Sobreponerse al pánico que experimentó al inicio en las embarcaciones marítimas, resultó el primer reto de la licenciada en Enfermería de la occidental provincia cubana de Artemisa, quien asegura a Prensa Latina con el tiempo logró vencer sus miedos.

‘Nunca olvidaré aquellos días ya que jamás lo había vivido, pensé que no lo iba a lograr, pero me adapté y aunque en ocasiones siento casi lo mismo que la primera vez cuando salimos de tierra firme, lo supero porque al otro lado me esperan los pacientes’, afirma.

Capacitada para ejercer en varios perfiles de la medicina como endoscopia, emergencias y ginecobstetricia, García ejerce su profesión con absoluta entrega para garantizar la salud de los pobladores de la apartada comunidad costera de Araya.

Desde el inicio de la pandemia de Covid-19, labora en las tareas para la pesquisa activa casa a casa, la descontaminación de trajes de bioseguridad, además de atender directamente al primer caso positivo de la zona diagnosticado en el CDI.

Una trayectoria profesional de 15 años al servicio de la salud del pueblo, demuestra permanencia y consagración de la colaboradora cubana, quien asume su trabajo en el país sudamericano como un perenne crecimiento profesional, mientras acumula experiencias laborales inusitadas.

Una madrugada de las tantas guardias administrativas de García, la llegada de una gestante en trabajo de parto rompió el silencio y la quietud de esas horas para retar a un reducido equipo médico y traer al mundo una nueva vida.

‘Decidimos realizar el parto en el CDI ya que no daba tiempo a su traslado a Cumaná, y a pesar de que contamos con el set y un personal incompleto, el proceder resultó satisfactorio; fue tanta la emoción lograrlo y sin ninguna complicación, que terminé con lágrimas en los ojos’, confiesa.

Entre la nostalgia por los hijos, nietos y demás familiares en la nación caribeña, la enfermera artemiseña atesora vivencias como la de un imprevisto alumbramiento, historias que respaldan los principios de solidaridad e internacionalismo en defensa de la salud del pueblo.

Fuente