Neoliberalismo, el otro virus


La pandemia azota el mundo. Algunos países declaran tenerla bajo control, otros levantan tímidamente las cuarentenas, mientras algunos se ven golpeados muy fuertemente.

En este contexto de crisis sanitaria el neoliberalismo es un agravante. Como dijo hace unos días el antropólogo francés Philippe Descola, el modelo de desarrollo capitalista es en si otro virus.

Un virus complejo que genera desequilibrios de gran escala, ataca nuestras fuentes de vida, e intenta atomizar las funciones del Estado dejando zonas grises en las cuales los ciudadanos no ven sus derechos garantizados.

En las sociedades donde la justicia social no es prioridad y el neoliberalismo el denominador común, el COVID 19 es vivido como doble condena. La crisis económica generada es aún más violenta en países donde no existe una red sólida de protección social, donde los trabajadores están desprotegidos, donde lasinfraestructuras sanitarias son débilesy elacceso a la alimentación es vulnerado.

La pandemia no solo demostró la necesidad de contar con un Estado sólido y protector. Nos ha demostrado también que el modelo neoliberal con raíces en el pensamiento occidental no es sostenible. Los diferentes grupos que dominan el sistema económico y financiero global saben reacomodarse en periodos de crisis a costa de la población y del medioambiente.

Estas dinámicas no van de la mano con lo que debemos hacer para darnos la posibilidad de prevalecer en el siglo XXI. Hoy, no es una cuestión ideológica, es mero sentido común. Nuestras sociedades no son sostenibles si un ser humano no puede vivir dignamente en su país.

En el transcurso de esta pandemia, vemos que al disminuir nuestras actividades la naturaleza retoma terreno,flora y fauna más presentes, reducción de la contaminación ambiental? Una vez más, esto solo indica que una gran parte de la actividad humana se hace en desmedro de la naturaleza.

En ese mismo periodo, apreciamos y fuimos actores de la ola de fraternidad en los balcones del Sur y del Norte, agradecidos por el trabajo de miles de hombres y mujeres,y exigiendo un sistema de salud pública más sólido.

En distintas partes del Globo, muchas personas empiezan a ver esta etapa como una oportunidad para cambiar el mundo, y quizás es ilusorio, pero esta energía que nace de la esperanza individual, puede sin lugar a duda ser aprovechada para repensar nuestros modos de vida y emprender un camino colectivo de transición hacia sociedades más justas, inclusivas, basadas en la equidad género, libres de discriminaciones y respetuosas con el medioambiente.

Es decir libre del virus neoliberal.

Lo inaceptable es que algunos gobiernos hagan omisión de lo que esta ocurriendo, optando por políticas de austeridad aún más severas, reduciendo lo público, provocando más desigualdad y pobreza.

No existen excusas, ni falta de recursos, solo ausencia de voluntad por parte de los que más tienen. Los economistas Piketty y Stiglitz proponen un impuesto mínimo de 25% sobre grandes corporaciones para superar la crisis.

El sistema internacional se enfrenta a un escenario de mucha incertidumbre lo que provoca desconfianzas, pero una de las certezas es que el mundo necesita más cooperación y políticas anti cíclicas para proteger a la población de las consecuencias económicas y sociales de esta crisis sanitaria.

El abismo es próximo cuando por razones ideológicas, un gobierno no permite un mayor endeudamiento del Estado para proteger a sus ciudadanos.

Los planes de ayuda económica deben implicar transferencias financieras directas a la población, y considerar los sectores estratégicos para acelerar la transición ecológica.

Apuntar las acciones con y para los trabajadores a través de nuevas oportunidades de formación con el fin de crear nuevos empleos en sectores que sean significativos para el desarrollo sostenible.

COVID19 es una tragedia y nos hace dar cuenta lo frágil que somos como especie.Al ritmo acelerado de los científicos en busca de una vacuna, debemos de manera paralela encontrar el antídoto al neoliberalismo, para no recaer en una normalidad que solo nos precipitará más rápidamente en situaciones que ni imaginamos.

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