Las autoridades estadounidenses consideraron si llevar a cabo una prueba nuclear «rápida», la primera durante casi tres décadas, para utilizarla como moneda de cambio en el trato con Rusia y China, según informes de los medios.
La propuesta de causar una explosión nuclear controlada es «en gran medida una conversación en curso», dijo un funcionario de alto rango dentro de la administración de Donald Trump al Washington Post el sábado.
Se asumió que una «prueba rápida» podría resultar útil para hacer que Moscú y Beijing negocien un acuerdo trilateral relacionado con armas nucleares con Washington, dijeron las fuentes del periódico.
La razón por la que Estados Unidos realiza su primera prueba de este tipo desde 1992 implica una alegación conveniente de que Rusia y China han reanudado las pruebas de municiones nucleares de bajo rendimiento. Hasta ahora, sin embargo, no hay evidencia pública disponible que corrobore las afirmaciones, señaló el propio Post.
El plan aparentemente fue lanzado el 15 de mayo, pero finalmente se decidió aplazar la reanudación de las pruebas nucleares por ahora.
«Todavía hay algunos profesionales en la sala que les dijeron que es una idea terrible, gracias a Dios», dijo un asistente del Congreso no identificado a The Guardian. El plan, desestimado como «inviable y tonto», recibió críticas positivas de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear y el Departamento de Estado, que se negaron a participar «a bordo».
La puesta a prueba de dispositivos nucleares generalmente está prohibida en virtud del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares y Pruebas Integrales de 1996, firmado por 184 naciones. Rusia ratificó el acuerdo cuatro años después. Estados Unidos no lo hizo, sino que decidió adherirse a su moratoria sobre las pruebas nucleares, que todavía está en vigor por el momento.
Washington ya se ha librado de dos acuerdos vitales de control de armas en los últimos años. En 2019, la administración Trump renunció al Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio de 1987 con Rusia, que prohibió los misiles balísticos de corto y mediano alcance. Estados Unidos citó presuntas violaciones de Moscú, un reclamo que el Kremlin negó, señalando que abandonar el acuerdo histórico fue una acción planificada previamente por la administración estadounidense.
Esta semana, Trump anunció que Estados Unidos se retirará del Tratado de Cielos Abiertos, que permite a sus 35 signatarios, entre ellos Rusia y miembros de la OTAN, realizar vuelos de vigilancia de los territorios de los demás.
El último pacto importante para el control de armas que aún está vigente es el nuevo Acuerdo START 2010, que tenía como objetivo reducir a la mitad los lanzadores de misiles de Estados Unidos y Rusia. Con vencimiento en febrero del próximo año, ahora está en peligro, con Washington amenazando con «gastar a Rusia en el olvido» si estalla una carrera armamentista, mientras que tampoco está dispuesto a extender el pacto sin llevar a China a las negociaciones