Los chilenos vuelven a las calles para rechazar las medidas del Gobierno de Piñera y de Carabineros, pese al distanciamiento social recomendando por la COVID-19.
En el marco del 93.º aniversario de la policía militarizada chilena Carabineros, objeto de múltiples cuestionamientos por su forma de dispersar las protestas sociales, una gran cantidad de personas se congregó el lunes en la Plaza de la Dignidad en Santiago (la capital) para rechazar las medidas de esta institución uniformada.
Las fuerzas especiales dispersaron rápidamente la manifestación con carros de agua y gas lacrimógeno, y se registraron, según los medios, decenas de detenciones entre los manifestantes “por desórdenes públicos”.
Los chilenos continúan sus protestas, pese a que las congregaciones de más de 50 personas están prohibidas en Chile en el marco de las medidas excepcionales que rigen para contener la expansión del coronavirus, que hasta el momento ha infectado a más de 13 800 en este país latinoamericano.
Con 60 000 efectivos, Carabineros ha sido fuertemente cuestionado por el uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones que estallaron en Chile el 18 de octubre por la subida del precio del pasaje de metro. Estas protestas crecieron rápidamente y las denuncian también, llegando a incluir la desigualdad social y la necesidad de elaborar una nueva Constitución.
Dichas manifestaciones han dejado una treintena de muertos y miles de heridos, entre ellos más de 350 con lesiones oculares por balines y perdigones disparados por los efectivos policiales.
El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU) y las organizaciones pro derechos humanos Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) certificaron los abusos policiales, tanto en las detenciones como en el uso excesivo de elementos disuasivos, como el gas lacrimógeno, el gas pimienta o los chorros de agua.