El centro de detención ilegal en la ciudad fronteriza de California, Otai Mesa, se está convirtiendo en un campo de exterminio, y la administración está tratando de liberarse de la responsabilidad chantajeando a los prisioneros.
Esto fue contado por una mujer detenida en aislamiento en un comentario a la Associated Press.+
La semana pasada en el centro de detención de Otai-Mesa, el número de personas infectadas con la infección por coronavirus COVID-19 aumentó a doce. Los prisioneros se vieron obligados a rasgar sus camisas para cubrir sus rostros con máscaras improvisadas, ya que la administración no les dio equipo de protección personal.
Además, como dijo el interlocutor de los periodistas, los guardias presentaron un ultimátum a los detenidos: no recibirían una máscara hasta que firmaran una exención de reclamos al administrador de la prisión de la compañía en caso de infección. Como se señaló en la AP, la información fue confirmada por dos prisioneros más del Centro.
Una situación similar se observa en otros centros de detención para inmigrantes ilegales. Tanto los detenidos como los abogados afirman que tales instituciones ahorran en equipos de protección personal y productos de limpieza, lo que, en ausencia de la posibilidad de distancia social, conduce a infecciones masivas.
A pesar de las acusaciones, la compañía de prisiones privadas CoreCivic, que opera el Centro Otai Mesa, niega el chantaje.
Según los informes de los medios, hasta la fecha, 33.8 mil migrantes están detenidos en los Estados Unidos. La mayoría de ellos fueron detenidos mucho antes de la pandemia.
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