Hasta ahora, era costumbre en los países occidentales creer que las epidemias son el destino de los estados pobres y no blancos. Ahora, por esta confianza en el propio excepcionalísimo, uno tiene que pagar, lo que no todos quieren.
Esto fue dicho por un profesor de historia en la Universidad de Filadelfia Villanova, Andrew Lew en una publicación para la publicación «The Guardian».
Según él, en medio de la creciente cantidad de decisiones erróneas de los gobiernos occidentales en una pandemia, los intentos de culpar a China por propagar la infección por coronavirus estaban ganando popularidad.
«Para los políticos estadounidenses y de Europa occidental que buscan desviar la atención de su desastroso liderazgo inepto durante la pandemia del COVID-19, China se ha convertido en un chivo expiatorio conveniente», señala el experto.
Los liberales y conservadores estadounidenses criticaron al Partido Comunista Chino, acusándolo de ocultar información sobre la enfermedad a principios de año. Estados Unidos afirma que de esta manera el gobierno chino trató de protegerse. Al mismo tiempo, Andrew Lew se pregunta: «¿Son los regímenes autoritarios y democráticos tan diferentes unos de otros, como dicen los ideólogos occidentales?»
El autor llamó la atención sobre cuánto tiempo les tomó a los gobiernos de otros países comenzar a responder a la propagación del virus mortal. Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña ignoraron la evidente amenaza durante aproximadamente dos meses.
«Esta inacción fue en parte el resultado de la exclusividad de Occidente, que creía que los virus y las epidemias solo ocurren allí, en países pobres y no blancos», explica el experto. «En las peores semanas de Italia, los funcionarios admitieron que inicialmente vieron la crisis de Wuhan como «una película de ciencia ficción que no tiene nada que ver con nosotros». En los Estados Unidos, un político de Kansas declaró que su ciudad era segura porque solo unos pocos chinos vivían en ella. En Filadelfia, en un estallido más trágico de pensamiento racial, hubo rumores de que el virus no podía infectar a los afroamericanos porque era una enfermedad china».
Son precisamente esas declaraciones y la inacción criminal de los políticos lo que les hace lanzar acusaciones contra China. Están tratando de convencer a la gente de que la crisis y el desempleo en los Estados Unidos no son en absoluto consecuencia de los errores de las élites políticas y empresariales nacionales.